Además del ramillete del título, Marikena Monti tiene ángel. Es un ángel alado, claro, que le permite volar por donde quiera, en diferentes geografías, lenguas y sentires. Y allá va ella, justamente, sintiendo lo que canta cuando canta y lo que dice cuando dice. Los relatos le salen del alma. Las canciones también.
A cada compositor, a cada letra, a cada intérprete que la haya hecho conocida, a cada arreglador, a cada uno, Marikena dedica un párrafo que ilustra lo necesario para la íntima comprensión. Es un detalle que, quizás, nos habilite a llegar a alguien más con vibrantes y apasionadas palabras, con afecto y verdad.
En el pequeño escenario, que siente como el living de su casa, Marikena comienza con El escenario de Martín Monti y a renglón seguido nos enteramos del Currículum de Jorge de la Vega que además nos deja Diamantes en almíbar. Los homenajes a talentosos cantautores siguen con Jorge Schussheim, que a su vez pensó en Marilyn –la única- cuando compuso Antes y después, entre whiskys y cigarrillos. Jacques Brel aparece con Amsterdam, primero en castellano y después en francés. Con su encantadora pronunciación gala, Marikena se atreve incluso a cantar Je ne regrette rien, a duo con Edith Piaf.
El adusto Oscar Laiguera acompaña con el piano y es responsable de buenos arreglos. Chico Buarque, Alfonsina Storni, Rubén Juarez y sus Vientos del ochenta nos invitan a este recorrido por esos años y otros más pretéritos.
La atractiva selección encuentra en Marikena Monti una intérprete personal, generosa y osada que pone su impronta con profundo cariño. Por eso hay que hacer caso a Homero Expósito cuando ella entona Quedémonos aquí, que seguramente es para disfrutar. Martin Wullich
Se dio hasta enero 2014
La Biblioteca Café
M. T. de Alvear 1155 – Cap.
(011) 4815-8156
Marikena Monti en Spotify
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