Manos verdes – Actúan: Maru Cesanelli, Emiliano Samar – Música en escena: Mariano Frumento – Vestuario: Mercedes Uría – Escenografía: Carlos Di Pasquo – Autor: Francisco Pesqueira – Dirección: Natacha Córdoba
En inglés, la expresión idiomática to have green fingers (literalmente, “tener dedos verdes”) indica que alguien tiene especial aptitud para la jardinería. Un mundo donde la fertilidad está a flor de piel, donde todo se renueva, crece, se torna exuberante. La creación siguió su curso una vez que el Creador echó a andar la rueda, gracias a la intervención de su criatura más amada, el ser humano. Y la jardinería es, quizás, una de las actividades humanas que más se acercan a la actividad creadora, una de las que mejor reflejan nuestra capacidad de reproducir y de reproducirnos.
En Manos verdes, Francisco Pesqueira -su autor- nos muestra esta actividad creativa y creadora de la mano de los dos personajes de su obra. Por un lado, la mítica Silvina Ocampo, ajetreada en la preparación de una cena con muchos invitados, ya casada con Adolfo Bioy Casares. De infaltables lentes, vestida muy aristocráticamente y de impecable blanco, Ocampo mantiene su tesitura de mujer nacida en cuna de oro, que recibió una formación de excelencia y se codea con la flor y nata de la sociedad.
El contraste lo dará Ramón, su jardinero, evidentemente varios peldaños más abajo en la escalera social: sencillo, aunque con la sapiencia que no dan ni las universidades ni las academias sino, en su caso, las plantas que él cuida con arrobación. Dueño de una fresca aunque sagaz inocencia, Ramón va a servir de contrapunto a una mujer singular. Silvina tendrá a Ramón como confidente respecto de aspectos de su vida: su familia, la muerte de su hermana Clara a temprana edad, Borges, Bioy, el mundo de las letras, la vida misma. Y Ramón se convertirá para ella más que simplemente en la persona que cuida de su hermoso jardín.
Maru Cesanelli y Emiliano Samar les dieron vida a Silvina y Ramón, en ida y vuelta de ironías, bajadas de línea y expresiones de ternura que sacan a flote la humanidad de ambos personajes. Esa humanidad sirve de punto de encuentro entre seres dispares en más de un sentido. Representada en los jardines de la Sala Ana Frank, del barrio de Belgrano, la naturaleza que rodea a los protagonistas ayuda a resaltar esa cualidad sensible que cada uno despliega a su modo en los cuarenta minutos que dura la obra; sensibilidad realzada por la labor de Mariano Frumento con música en vivo y la precisa dirección de Natacha Córdoba. Viviana Aubele
Domingos a las 18
Sala Teatro Ana Frank
Superí 2639 – Cap.
salateatroanafrank.com/teatro
Entradas para Manos Verdes
Comentarios