La serva padrona – Intérpretes: Sonya Yoncheva (Serpina), Furio Zanasi (Uberto), Roberto Carlos Gerbolés (Vespone), Pablo Ariel Bursztyn (Tafano) – Música: Giovanni Battista Pergolesi – Orquesta: I Barocchisti – Dirección: Diego Fasolis
Giovanni Battista Pergolesi murió muy joven, pero su nombre ha permanecido en los anales de la música. Antes de que la tuberculosis se lo llevara a los 26 años, el compositor nacido en Ancona en 1710 compuso el Stabat Mater, una de las dos obras por las que es más conocido. La otra es La serva padrona, un intermezzo para Il prigionier superbo, ópera seria del mismo compositor, ambas estrenados en 1733 en Nápoles.
La ocasión de su estreno tuvo que ver con una boda, la de la emperatriz Isabel Cristina de Brunswick-Wolfenbüttel, y con un respiro de un hecho trágico: el terremoto que destruyó Nápoles un año antes. Con libreto de Gennaro Federico, el intermezzo cuenta la relación entre Uberto, el dueño de casa, con su impetuosa sirvienta Serpina, quien fue criada desde niña por el primero y ahora muestra claras ínfulas de señora de la casa. Con ayuda de Vespone, el criado mudo, Serpina engaña a Uberto para convencerlo de que la tome por esposa.
El devenir de esta breve obra es interesante por dos razones. Una, que se fue despegando de la ópera seria en la que Pergolesi la había encuadrado y se transformó en una obra que se ha representado por sí sola, independientemente de la otra. Dos, que entre 1752 y 1754 fue el disparador de una erudita disputa entre bandos en Francia, conocida como la “Querella de los bufones”.
En cuanto al argumento, es simple, sin complicaciones y hasta intrascendente. Pero mirándolo con atención, puede darnos una idea de la mentalidad de aquella época respecto de la servidumbre y sus expectativas de movilidad social. La serva padrona tiene un final feliz: Uberto toma a Serpina como su mujer. No obstante, la realidad de la mujer como sirvienta en aquellos tiempos muchas veces tenía aristas terribles, pues no era infrecuente que los amos abusaran sexualmente de ellas y las fecundaran, lo cual devenía en el despido de la desdichada criada.
La versión que ofrecemos en esta entrega, producida en 2008 por Radio Svizzera Italiana con dirección musical de Diego Fasolis, es interesante además de divertida, pues a los tres personajes originales se les agrega un “ingrediente”: la función abre con un gracioso intercambio ininteligible entre Vespone (“avispón”), y Tafano (“tábano”), personaje agregado ex profeso para subrayar el carácter netamente cómico de esta obra.
Vespone y Tafano revolotean por el escenario a telón cerrado con una pantomima que remite a los números de slapstick del cine cómico de principios de siglo xx, mientras la orquesta y su director charlan animadamente. Y lo que quizás al público argentino le produzca un sano orgullo nacional es que Vespone es interpretado por el mimo-clown Roberto Carlos Gerbolés, y Tafano por el actor Pablo Ariel Bursztyn, ambos nacidos en Argentina. Talento for export. Cada tanto ambos personajes parodian a los protagonistas, y además dan el cierre a la ópera con un particular playback.
Uberto es interpretado por el italiano Furio Zanasi, fino barítono de sobrada trayectoria en el repertorio de la música antigua. Y como Serpina, la estupenda soprano búlgara Sonya Yoncheva, cómoda no solo en el canto sino en lo histriónico. Es una dupla que se complementa muy bien para dar vida a estos divertidos personajes.
Además de endulzar los oídos con una excelente interpretación, el ensamble I Barocchisti y su director Diego Fasolis, aportan también una cuota de humor cada tanto. Una versión entretenida, amena, muy bien hecha, con un excelente equilibrio entre la calidad musical y la calidad actoral. Viviana Aubele
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