La vida del deportista en cuanto tal es breve. Por eso, hay quienes tienen la lucidez suficiente de complementar el deporte con otras cuestiones, ya sea durante su carrera o una vez llegado el retiro definitivo. Horacio Accavallo, según muchos el boxeador más inteligente del mundo, no solo fue campeón mundial en categoría mosca, sino que supo asegurar su futuro estableciendo una conocida casa de artículos deportivos. Otro boxeador, Sergio Víctor Palma, también campeón mundial en categoría supergallo, se hizo famoso por sus poemas y su guitarra. En el mundo futbolístico, muchos jugadores retirados se vuelven entrenadores o abren escuelas. O se dedican a la música, como Germán Adrián Ramón Burgos, exitoso arquero de River Plate durante los noventa, que colgó los guantes y se volcó al rock. Son ejemplos donde el arte en sus distintas manifestaciones o los negocios, suelen darse una vez terminada la época de la destreza física y de la gloria deportiva. Pero ¿y si lo físico no solo complementara lo artístico, sino que además lo mejorara? ¿Es posible? La respuesta: la pianista Kimiko Ishizaka.
Kimiko nació en Bonn, Alemania, de familia germano-japonesa. Tenía cuatro años cuando comenzó a tocar el piano, en el regazo de su madre. Estudió en la Hochschule für Musik de Colonia, Alemania. Es la mayor de tres hermanos, todos músicos: ella, al piano, y sus dos hermanos, Kijondo en violín y Danjulo en cello, tocaron juntos durante dieciséis años, en el Ishizaka Trio.
Desde 2000 toca como solista; y de hecho, se define a sí misma como late bloomer en ese aspecto. En 2012 Kimiko grabó las Variaciones Goldberg y lanzó la grabación al dominio público. Kimiko es una apasionada de Bach; por eso su interés en que las Variaciones tuvieran difusión amplia e irrestricta. Con este fin se valió de Kickstarter, la plataforma de crowdfunding, y logró financiación para el proyecto gracias a los aportes de sus seguidores. Su pasión por Bach no se detuvo, pues en 2015 se concentró en El clave bien temperado. Y en 2017, siguió con El arte de la fuga. Además de Bach, Kimiko ha interpretado a Beethoven, Chopin, Grieg, Mozart y Gershwin.
Además de fina pianista, Kimiko hace deporte. Lo singular es que el deporte elegido no es uno que alguien típicamente recomendaría para el bello sexo. Kimiko fue levantadora de pesas olímpica, y cuenta con varias medallas en su haber. Es interesante leer cómo llegó ella a esa disciplina deportiva: fue un ladrón de bancos convicto quien la animó a ejercitarse con pesas libres, pues de esta manera podría trabajar mejor su potencia física que con simplemente las máquinas de ejercicios en un gimnasio.
El beneficio de entrenar de esta manera quedó demostrado en sus brazos, y por extensión, en su técnica. Gracias a la resistencia lograda con el entrenamiento, la pianista Kimiko Ishizada halló el modo de usar hombros, brazos y espalda para producir el sonido y de usar solamente los dedos como soporte. El entrenamiento fortaleció sus brazos, y ya no quedaba tan exhausta después de practicar durante horas al piano.
Platón manifestó que “la música es para el alma lo que la gimnasia (o el ejercicio físico) para el cuerpo”, pero Kimiko parece haber hallado un sano equilibrio entre ambos. Viviana Aubele
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