POEMAS EN CINCUENTENA, de Daniel Varacalli Costas

Cantos de madurez para cobrar conciencia

“Sin un solo libro, / sin amigos / solo memoria viva y penetrante, / carne de la nostalgia. / Cómo no irse. / Pero había una mujer”. Los versos de Poemas en cincuentena recuerdan a la célebre línea de Borges “me duele una mujer en todo el cuerpo”. Porque ¿qué es lo que impulsa a escribir sino la conciencia de que algo falta o de que algo se nos escapa irremediablemente? Es así que la poesía de Daniel Varacalli Costas pretende atrapar los momentos fugitivos, como ese 9 de julio que nevó en Buenos Aires. “El presente es pasado, / decisión perpetua, / arena que se escurre”, nos recuerdan sus versos.

Las olas son un dibujo animado, como la gente, propone el poeta. Es su falta de permanencia lo que las hace parecer irreales, ficticias. La gente también va y viene: nuestros recuerdos se deshacen y hasta pensamos que ciertas personas fueron solo simples personajes, fruto de nuestra imaginación. ¿Acaso son más reales las impresiones que dejaron algunos encuentros que los encuentros mismos?

La música es la forma por excelencia que hace de lo fugitivo la materia prima de su arte. Mientras la literatura nos da la ilusión de eternidad al estar estampada en una hoja de papel; la música es interpretación, necesita de los cuerpos vivos que la hagan sonar y la traigan al presente. Necesita de lo perecedero.
“¿Me perdonás el tiempo…Los compases perdidos / que se fueron de música / por encontrar tu pulso, / por acercarlo al mío?”. Al igual que la música, el amor necesita de cuerpos. No se sostiene a la distancia. En última instancia, se puede pensar al amor como una cuestión de tiempos: que dos pulsos coincidan es lo que lo hace posible.

Vivimos en la rutina, pero son las variaciones lo que hacen que cada vida sea diferente. La variación, dentro de ciertas estructuras rítmicas y melódicas, se puede decir. Varacalli toma la tradición musical y dialoga con ella. Pero cada intérprete, al igual que cada amante y cada poeta, tendrá su propia versión de las piezas musicales, su propia versión de los encuentros y desencuentros, unos versos únicos capaces de dotar de sentido a lo que no lo tiene.

“Con esto mismo / se hace el Opus 34 de Brahms / o el Opus 44 de Schumann. ¿Con esto mismo? ¿Un rosario rezado / es siempre un rosario?”. El escritor y el lector transforman el objeto que contemplan. El amor nunca es el mismo amor; depende de quien lo mire, lo sienta, lo ponga en palabras o lo convierta en música. No todos rezamos de la misma manera.

¿Toda escritura es musical? , se pregunta el poeta. Podemos pensar, con Alfonsina Storni: “Sólo el hombre, pequeño, / Cuyo humano latido / En la tierra, es un sueño, / ¡Sólo el hombre hace ruido!”. Escribir hasta ahora no hace ruido, sugiere Varacalli. Es que el hombre hace ruido, sí, pero el poeta convierte las disonancias en armonías.

La preocupación por la impermanencia humana se manifiesta en versos como “Esa tarde de otoño que mi hijo retiene, escurridiza, / en sus manos abiertas / hasta que el tiempo cierre sus puños / en la supervivencia cotidiana” o “La rosa china sigue pareciendo un capullo, / no sabe que se cierra en el ocaso”. El no saber de la rosa y del niño hace que cada momento sea vivido como eterno, no hay conciencia de finitud. Pero lo cierto es que cada momento, bello o triste, tendrá su final. Las palabras se empeñan en hacer que sobreviva, en cerrar el puño para que no se escape. Cada instante, de intensidad dolorosa o placentera, nos despierta un poco más la conciencia. Y en los destellos epifánicos de la poesía, como de la música, encontramos, junto a la madurez de sabernos mortales, un breve aliento de inmortalidad. La tarea del poeta es encontrar en lo cotidiano aquello que pueda de alguna forma trascendernos. Milly Vázquez

Poemas en cincuentena
Daniel Varacalli Costas
Ediciones En Danza (2020)
74 páginas
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Daniel Varacalli Costas
nació en Buenos Aires en 1970. Su primera publicación fue un soneto a Lugones que le valió un premio Rotary. Luego se dedicó al periodismo gráfico y radial, especializándose en la crítica y difusión musical. Fue jefe de prensa del Teatro Colón y director de Publicaciones. Fue coordinador del Centro Cultural Konex y en la actualidad des docente del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón y la Universidad de Buenos Aires, donde se graduó de Abogado y Traductor. Tiene publicada media docena de libros, producto de sus aventuras musicográficas. Este es su primer libro de poesía.

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