Joyce DiDonato es una gran cantante; ese no es un tema que esté en discusión. Cabría, sin embargo, hacer aquí la distinción entre lo que diferencia a una gran cantante de una gran artista. No se trata únicamente de la calidad de la voz, de la proyección, de la sutileza en la emisión. Todo eso lo tiene DiDonato, y también más: tiene cualidades como calidez, simpatía y una evidente generosidad. Pero además ella maneja la concepción de lo que es un espectáculo integral, con cohesión conceptual y un equilibrio entre lo musical y una propuesta escénica que revitaliza el concepto de todo lo que puede llegar a ser un recital lírico.
Digámoslo: la mezzo estadounidense, nacida en Kansas en 1969 (su apellido de soltera es Flaherty; DiDonato es el apellido de su primer marido, que mantiene como nombre artístico), es una artista integral, y lo demuestra en el desarrollo de los espectáculos que ofrece. Esto ya lo habíamos podido apreciar anteriormente cuando, en 2010, también en el Teatro Colón y para Mozarteum Argentino, ofreció In War & Peace, un recital conceptual que fue muy bien recibido por el público y la crítica local.
En esta ocasión el espectáculo lleva el título de EDEN. Una referencia que remite a la naturaleza de un jardín primordial, con derivaciones ecológicas, pero que también parece aludir a la trascendencia de aquello que se ubica más allá del misterio de la vida y la muerte. Al menos eso sugiere el devenir del programa musical, que inicia con un exquisito pianísimo en las cuerdas, con La pregunta sin respuesta de Charles Ives, mientras DiDonato ingresa a la sala caminando a través del pasillo central del Teatro, y culmina con otro pianísimo, el de Me he alejado del mundo, de los Rückert-Lieder de Gustav Mahler.
En medio, un variado y atractivo programa en el cual prevalecen las piezas antiguas, sin excluir alguna nota contemporánea, nos lleva por composiciones de Rachel Portman, Marco Uccellini, Biagio Marioni, Josef Myslivecek, Giovanni Valentini, Francesco Cavalli, Christoph Willibald Gluck y Georg Friedrich Händel. Tanto los textos, reproducidos en sobretitulado, como la música, dan la pauta de una curaduría cuidada, donde cada título hilvana perfectamente con el siguiente.
La calidad del siempre excelente ensamble Il Pomo d’Oro, que es otro de los elementos cruciales del espectáculo, se completa con una propuesta escénica y un diseño de luces realmente admirable, que distinguió la velada de los recitales líricos que usualmente pueden apreciarse en nuestro medio. Fue en su conjunto una concepción por demás acertada, que llevó lo artístico más allá de la expresión musical.
Una vez concluido EDEN, Joyce DiDonato habló con el público, y entonces la palabra clave fue semilla. Semillas fueron repartidas con el programa de mano, para que quien quisiera pudiese plantarlas al regresar a sus hogares. Y semillas también fueron las voces del coro invitado que, siguiendo una costumbre que ha adoptado la mezzo, completa cada función de este espectáculo. Y fueron esta vez las voces del Coro de Niños del Teatro Colón, que interpretaron Semillas de esperanza, himno del proyecto EDEN, en traducción al español, y la entrañable Canción del jardinero de María Elena Walsh, en arreglo de César Bustamante. En el final, Händel y la bellísima Ombra mai fu cerraron una noche que seguramente quedará en la memoria de los abonados de Mozarteum Argentino. Germán A. Serain
Fue el 5 de agosto de 2024
Teatro Colón
Libertad 621 – Cap.
(011) 4378-7100
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