Hernanito – Actúan: Rodolfo Demarco, Fernando Gonet – Vestuario y Escenografía: Amelio Cardozo Gill, Rodrigo González Garillo – Iluminación: Marco Álvarez – Dramaturgia y Dirección: Alejandro Acobino
Escrita originalmente por Alejandro Acobino, Hernanito se define a sí misma como una pieza esquizo-industrial. Es una etiqueta acertada, pues la relación jefe-empleado es usada como motivo para darle cuerpo a una de las problemáticas más representativas de la sociedad moderna: la fragmentación de la identidad y la crisis de sentido. Esta es una puesta en escena fundada sobre el suspenso, en ella la tensión psicológica característica de este género es llevada a la expresión teatral de modo sorprendente. En clave de thriller, hay situaciones provocadoras que suscitan en la audiencia un interés inmediato.
En la frialdad de un ambiente industrial diseñado en detalle, las máquinas con su presencia mecánica sirven como trasfondo para que los aspectos oscuros del ser humano cobren una resonancia tensionante. La puesta en escena permanece fiel a la idea dramatúrgica de Alejandro Acobino, donde se nos recuerda que aquella modernidad con la que se niega la subjetividad del ser humano siempre termina resquebrajada por fuerzas psíquicas que no pueden ser domesticadas por el funcionalismo o la productividad.
En esta vía, el texto de Hernanito demanda de los intérpretes una suerte de esquizofrenia histriónica para representar no sólo lo cotidiano, sino también la expresión de pliegues identificatorios ocultos bajo el manto de lo real, personajes que no van en una sola vía, ya que su psicología es un laberinto.
Rodolfo Demarco despliega toda su versatilidad actoral para encarnar las contradicciones de Juan Jorge, un sujeto trastornado que se esconde de sí mismo mediante su rol de empresario. La apropiación y experiencia en la ejecución de este personaje le permite a Demarco brindar una constelación de personalidades al público y transitar por los laberintos psicológicos de este pequeño gerente; siempre en constantes estados de efervescencia se le podrá seguir en jocosas megalomanías, así como en los contradictorios ecos de un pasado no resuelto.
En tanto, Fernando Gonet da vida a Salinas, un empleado que toma refugio en la repetición de una labor mecánica para escapar a la rutina y al desconcertante modo de actuar de su jefe. El elenco cuenta con un tercer personaje, Charulo Berrueta, un muñeco de ventriloquía en el cual se encarnarán los aspectos sombríos de Juan Jorge. Con un aire de familia al Mr. Hyde de Louis Stevenson, este objeto inanimado se presenta como portador de los aspectos no conciliados de la mente de J. J. El ejercicio de desdoblamiento actoral de Demarco en este punto realmente tiene un ingrediente de narrativa negra y misteriosa, pues por momentos la ventriloquía y la fuerza de la historia parecen darle a Charulo una presencia tan vivaz que tiene una magnética supremacía sobre el personaje.
Inversión interesante: el titere toma control sobre su titiritero; así, con humor satírico, desparpajo y crudeza, este ser se toma la atribución de dar cuerpo a aquella frase célebre de Jung y sus estudios sobre la sombra: «Aquello que no se hace consciente, se hace destino». Camilo Barajas Hernández
Se dio hasta fin 2014
Teatro del Abasto
Humahuaca 3549 – Cap.
(011) 4865-0014
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