CYRANO, el juego de las máscaras

Gabriel Goity se luce en la piel (y la nariz) del célebre personaje de Edmond Rostand

Cyrano – Actúan: Gabriel Goity, María Abadi, Mariano Mazzei, Mario Alarcón, Daniel Miglioranza, Iván Moschner, Larry de Clay, Fernando Lúpiz, Pacha Rosso, Dolores Ocampo, María Morteo, Hernán Jiménez, Pedro Ferraro, Ricardo Cerone, Tomás Claudio, Franco D’Aspi, Pablo Palavecino, Agustín Suárez, Horacio Vay, Tito Arrieta, Lucía Raz, Jess Rolle, Paloma Zaremba – Músicos en escena: Lautaro Asato, María del Rosario Barrios Caram, Gisela Nonaka, Gustavo Valor, Lorena Yankelevich, Keiji Yonagi –  Diseño audiovisual: Matías Guerra, Juan Guerra – Sonido: Leo Leverone, Miguel Álvarez – Iluminación: Rubén Conde – Escenografía: Willy Landin, Pilar Camps – Dramaturgia: Edmond Rostand – Música, vestuario, Adaptación y Dirección: Willy Landin

Decía Jean Paul Sartre que somos aquello que hacemos con lo que los demás hacen de nosotros. Dicho de otro modo: podemos jugar a imaginar un mundo sin espejos, como el de Narciso, pero en verdad ese mundo no podría existir, pues la mirada de los demás funciona como un espejo. “Eres así, te veo de esta manera”. Pero incluso si el otro no nos dijese lo que ve en nosotros, no podríamos dejar de intentar imaginarlo: “me ve así, seguramente de tal manera”. El riesgo, siempre, es equivocarnos.

La mirada de los demás es un infierno, porque no podemos dominarla, y ni siquiera acceder a ella. Pobre Cyrano: no se trata de que haya nacido feo, con esa monstruosa nariz que llega a cualquier parte un cuarto de hora antes que él… Sino de que para distraer la mirada de los demás de ese notable atributo de su anatomía, ha construido una máscara de cinismo salvaje.

Digamos ante todo que el personaje no es ficticio: Hercule-Savinien de Cyrano de Bergerac fue un militar, poeta, dramaturgo e intelectual parisino, coetáneo de Molière. Nacido en 1619, fue considerado un libertino a causa de sus actitudes irrespetuosas hacia las instituciones religiosas y seculares. Ahora bien, si hoy su nombre es recordado, es sin duda gracias a la obra de teatro escrita por su compatriota Edmond Rostand (1868-1918), basada en la vida del Cyrano real.​

Lógicamente, la obra de Rostand no debe ser tomada en absoluto como una biografía, pero la mayor parte de los personajes que aparecen en el texto existieron en realidad y tuvieron alguna relación con el verdadero Cyrano de Bergerac.​ Así, por ejemplo, la idílica Roxane, de quien Cyrano secretamente se enamora, está inspirada en Madeleine Robinau, prima de Cyrano por parte de madre. En tanto Christian de Neuvillette, ese tercero que no podríamos definir como en discordia, surge del barón de Neuvillette, llamado Christophe, marido de Madelaine, fallecido durante el sitio de Arrás, del cual participó junto a su primo político.

En la ficción, se teje un inusual triángulo amoroso, basado en un juego de máscaras: Cyrano ama a Roxane, pero su propia aprehensión respecto de su fealdad lo inhibe de decírselo. Roxane se siente atraída por un joven cadete, Christian, asignado al cuerpo militar que su primo Cyrano comanda. El joven también desea a Roxane, pero aquí surge el problema: Christian es un joven hermoso, pero carece de todo vuelo. Cuando Cyrano se da cuenta de esto, le propone a su cadete convertirse en una suerte de ghost writer. Esto le permitirá escribirle a su prima sus verdaderos sentimientos de enamorado en una cantidad de apasionadas cartas. Pero Christian será quien ponga la cara. Una cara perfecta, para unos sentimientos perfectamente expresados.

El triángulo y las máscaras funcionan, durante un breve lapso. Pero la repentina muerte de Christian en Arrás conduce a que el secreto se eternice, para develarse sobre el final de la historia, cuando ya sea demasiado tarde, convirtiendo el relato de Rostand en una dolorosa historia de desencuentros y amores frustrados, matizada por el cinismo que le sirve a Cyrano como otra máscara, para disimular su costado más humano y frágil.

Un elenco sin puntos débiles, encabezado por Gabriel Goity, lleva adelante esta nueva versión de la historia del Cyrano de Rostand, elaborada y dirigida sabiamente por Willy Landin. Las tres horas de duración de la puesta transcurren con gran facilidad, con un despliegue escénico notable, que incluye magníficas escenografías, vestuarios, juegos de iluminación y proyecciones sobre un triple telón. Un gran acierto: la selección musical, con arreglos de Peter Breiner en estilo barroco de canciones de Los Beatles. También la posterior participación de músicos en vivo, marcando con sus tambores el fragor de la batalla y la proximidad de la muerte.

La realidad y la ficción se entremezclan. ¿A quién ha amado realmente Roxane? ¿Quién fue en verdad el Cyrano escondido tras las máscaras del cinismo, el arrojo y el rostro de un bello y joven cadete? Resulta curioso saber que también existieron los personajes de Henry le Bret y Lignière, los grandes amigos de Cyrano. También el pastelero Ragueneau, arruinado por los escritores bohemios que frecuentaban su establecimiento, quien más tarde se sumó a la compañía de Molière. En cuanto a Montfleury, el artista contra quien Cyrano la emprende al inicio de la obra de Rostand, fue un actor protegido de Richelieu, y el auténtico Cyrano lo atacó en una carta satírica titulada Contre un gros homme.

Lo que resulta más curioso, sin embargo, es que nada dice la biografía del verdadero Cyrano acerca de su presunta fealdad. Y tal vez ello sea lo más justo. Germán A. Serain

Se dio hasta fin de 2023
Teatro San Martín

Av. Corrientes 1530 – Cap.
0800-333-5254

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