Mandinga – Actúa: Mauricio González – Vestuario: Mariana Echaide – Música: Carlos Ledrag – Autoría: Diego Damián Martínez – Dirección: Yamil Ostrovsky
La oscuridad del escenario vacío va poblándose de un humo gris. De esa confusa tiniebla emerge un personaje cimbreante, algo descangallado, desafiante, que avanza entre sones de tambores tribales y se apodera de un saco de hombre. La voz cascada y la mirada entre pícara y siniestra se transmutan de inmediato cuando el personaje se calza ese saco y se transforma en Matías, un argentino que debe repetir hasta el cansancio su nacionalidad ante múltiples situaciones de discriminación por ser de raza negra. A partir de allí, la historia fluctúa entre el presente de Matías, -despreciado hasta la agresión, abandonado por una mujer a la cual añora- y el pasado que pobló alguna vez la inmigración negra, reducida a la esclavitud.
Fuertemente consistente, este unipersonal de una hora de duración recorre la temática de lo afroamericano indagando en todos sus aspectos. Uno de ellos es significativo: Mandinga, el dios de los negros, convertido en diablo criollo precisamente por su negrura. Matías sufre, sueña, e invoca a Mandinga para pactar con él, en su angustia por lograr su integración.
Pieza fundamental de toda la obra es la excelente interpretación del uruguayo Mauricio González. Mutaciones de voz, expresión del rostro, lenguaje corporal, son las múltiples herramientas que González pone al servicio de una actuación exigida y sin fisuras, cara a cara con el espectador. La cuidada dramaturgia de Diego Damián Martínez, que interpela sin agredir, se complementa admirablemente con los recursos casi coreográficos introducidos por el director y bailarín Yamil Ostrovsky. Mandinga es un movilizante e imperdible encuentro con un segmento de nuestra historia. Patricia Casañas
Se dio hasta fin de noviembre 2021
Maza 177 – Cap.
(011) 4862-1758
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Blog de Diego Damián Martínez
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