VIII GALA DE BALLET DE BUENOS AIRES, sin asombros

Salvo algunas excepciones, el habitual espectáculo anual no conformó

Primeras figuras del Ballet Nacional del SODRE (Uruguay), Peridance Contemporary Dance Company (EE.UU), Ballet du Capitole (Francia)

Tiempo de vacaciones en el hemisferio norte = tiempo de galas en el hemisferio sur. Año tras año, julio, agosto y septiembre son meses donde los porteños podemos disfrutar de espectáculos que, casi siempre, reúnen a lo más granado del espectro del movimiento. Y en este caso, todo tiempo pasado…

Desde hace ocho temporadas, el Grupo ARS presenta una Gala de Ballet anual en el Teatro Coliseo. Debemos decir que la de este año ha sido la más floja de las ocho. Evidentemente, la mala época económica nos pega a todos. El recuerdo de los grandes artistas de otras ediciones (entre otros pasaron Polina Semionova, Ivan Vassiliev, Daniil Simkin, Momix, Raffaele Morra, Lil Buck, y muchos bailarines argentinos destacados en el exterior) nos hizo salir del teatro con gusto a poco. Faltaron, incluso, los elencos locales habitualmente convocados: el Colón, el Teatro San Martín, el Argentino de La Plata. En tren de conjeturar, pensamos que quizás el armado de esta edición estuvo inficionado también por razones extraartísticas que impidieron mantener el habitual grado de excelencia.

Pero centrémosnos en lo que se vio sobre el escenario. Sin dudas, las palmas se las llevaron Ciro Tamayo, del Ballet del SODRE, y los israelíes Amir Guetta y Hemra Ben Zvi, yendo del clásico más puro a la acrobacia. El bailarín malagueño, de veinticuatro años, integra la compañía uruguaya desde los diecisiete, y es viejo conocido de nuestro público, luego de sus visitas en 2013, 2016 y 2017. Tamayo y Melissa de Oliveira abrieron la Gala con Festival de las flores en Genzano, bailado con frescura y perfección, y en la segunda parte brillaron en el pas d’esclave de El corsario. En tanto, Gopak -del ballet Taras Bulba-, interpretado por Tamayo, fue un muestrario de cómo la gravedad puede vencerse sin esfuerzo alguno.

Más juegos con(tra) la gravedad, desde las antípodas estilísticas: el dúo israelí fue sorprendente en su conjunción de parkour, capoeira y artes marciales. En clave de comedia, Amir y Hemda levantaron la ovación de la noche, en especial en Unite. Del resto, podemos destacar a Kateryna Shalkina, de Kiev, solista del Ballet de Toulouse, dúctil intérprete en lo contemporáneo más intenso – pies desnudos para un Bigonzetti carmesí-, en un Béjart con dejos neoclásicos y zapatillas de punta (Quand on a que l’amour), y segura en lo académico: el Don Quijote final. Oscar Chacón, su partenaire, la acompañó con solvencia en las dos primeras obras, no así en Petipa.

Dos solos introspectivos, Ave María y Lacrimosa, sobre el Requiem de Mozart, trajeron a escena a Craig Dionne y el argentino Luciano Perotto, este último de notable expresividad. Simplemente correctos, Adiarys Almeida y Taras Domitro, ambos cubanos, acometieron el dúo Aguas primaverales, el cual no es estreno en la Argentina como afirmó Adiarys, puesto que fue visto en 1972 y en 1986. La pareja también interpretó el pas de deux de El lago de los cisnes, acompañados por el rumor de ‘cisnes fantasmas’ provenientes de la grabación en vivo.

El repetido recurso de intercalar videos de presentación de bailarines y coreógrafos es un clásico de estas galas, que esperamos continúen en el futuro superando la de este año, donde el asombro faltó a la cita. Patricia Casañas

Fue el 25 de agosto de 2018
Teatro Coliseo
Marcelo T. de Alvear 1125
(011) 4816-3789

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