Y FUE TROYA, mítico minimalismo

Texto subyugante en inusitada puesta

Y fue TroyaActúan: Silvina Prosianiuk, Paola Traczuk – Vestuario: Juan García Bizzio – Escenografía: Leandro Martínez – Iluminación: Lucas Coiro – Sonido: David Sánchez Pitucardi – Dramaturgia y Dirección: Carolina Piola

En una punta Eurípides lanza la leyenda al mundo y a la historia… siglos de siglos y tamices mediante, la recoge Carolina Piola en su auspicioso debut teatral, recreando una vez más -y siempre diferente- a la Andrómaca de entonces, a la Troya de siempre, la de ardores y pasiones, la de muertes y venganzas, la de crueldades e injusticias. Parecería que desde la Grecia antigua hasta nuestros días nada hubiera cambiado. El hombre y su consecuencia, la mujer y su descendencia, están ahí, mostrándose impúdicamente. Junto a ella pasan, claro, un marido combatiente en infinitos sentidos, y la visión de otras mujeres se nos ocurre venialmente. No están lejos Helena, Fedra, Ifigenia, Hermíone… y se agolpan otras, otrísimas. Parafraseando a Lampedusa, todo permanece en su lugar, aunque cambien las capas. En este caso, las capas de la poesía que se suman y se acomodan, tan caprichosas como deleitables.

La directora la ha sometido a un curioso cubículo que bien podría ser su prisión, abierta, exhibiendo su vida cotidiana para un grupo de fisgones cuyos movimientos cambian el entorno. Se asoman, pispean, acechan, casi auscultan adoptando cambiantes posiciones y, al igual que en la escena, sin privilegios concedidos, un tiempo transcurre inexistente, desventurado, sombrío, lamentando íntimamente una vida esquiva con espacios sin delinear.

El clima está dado por sutiles notas y naturales sonidos de acciones y respiraciones… aparecen objetos variopintos, algunos muy vivos, como una planta, letanía de un deseo. Desde una tal María en adelante no es fácil escaparle a la genética, ni evadir la sed de venganza, ni evitar ilusionarse con ser alguien y ganar premios. Las frases hechas no dejan de tener un hermetismo que fascina. Las actrices, Silvina Prosianiuk y Paola Traczuk, van penetrando en el submundo poético trazado, emocionando gradualmente, sustanciándose en infinitas mujeres, o en ciertos hombres, con una luz que apenas permite ver contornos o restalla francamente, igual que el texto. Un atrayente vestuario las cubre y las descubre.

Y fue Troya, aunque algo queda, quizás la más silente expresión de Marimé Arancet Ruda, en cuya poesía homónima abrevó y luego potenció Piola, o las ganas de generar algo que engrandezca el círculo eterno de la ingente expresión femenina. Martin Wullich

Se dio hasta julio de 2016
Museo de la mujer argeni
na
Pje. Rivarola 147
– Cap.
Estrenó en
La Casona Iluminada (2015)

Y FUE TROYA

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