EL TRÍO: POR AMOR AL ARTE, el valor del original

La obra reflexiona sobre el mundo del teatro y al mismo tiempo entretiene

Actúan: Nestor Bilucich, Alejandro Pablo Imposti, Silvia Kanter, Mabel Labandeira – Vestuario: Alberto López Castell – Iluminación: Adrian Grimozzi – Escenografía: Mariano Junio – Libro y Dirección: Daniel Dagna

Al ver El trío: Por amor al arte uno podría preguntarse ¿hay autenticidad en lo que representa una obra de arte? Es que la obra trabaja la idea de verdad y falsedad, ficción y realidad, original y copia. Prueba de amor, de Roberto Arlt, texto utilizado en esta pieza, nos habla justamente de poner a prueba el amor para ver si es auténtico o si es una simple relación por interés.  Ser artista es también ponerse a prueba ante circunstancias adversas, es también una prueba de amor al arte. Los personajes que aquí vemos son puestos a prueba todo el tiempo; estar sobre el escenario es, asimismo, un acto de entrega donde el artista depende del público para determinar el éxito o el fracaso de una obra. El arte siempre presupone un público y las obras son creadas para él. La aceptación y el hecho de conseguir el aplauso, son el mayor desafío. El tema de la autenticidad es clave en nuestros tiempos de reproductibilidad técnica del arte, donde el teatro sigue sosteniendo su carácter aurático.

El Trío narra la historia de dos actrices de una compañía itinerante, ubicada en la década del treinta, cuando muere Lisandro de la Torre. El equipo se completa con quien condimenta con su guitarra y canciones de tango los entreactos y es autor de uno de los dos actos. El primero es la adaptación del texto de Arlt y el segundo es una entrañable y cómica historia de dos hermanas que trata sobre la envidia, la traición y la mentira. El otro integrante de estas escenas es un espectador que convoca el aplauso y se introduce en la audiencia. Se genera así, un intercambio de perspectivas, de miradas que suma dinamismo.

El texto de Daniel Dagna muestra una búsqueda muy interesante. El dramaturgo y director sostiene que nada que tenga que ver con el arte puede hacerse bien sin amor. Silvia Kanter y Mabel Labandeira personifican a las actrices; ambas dejan todo en el escenario y nos ofrecen un hermoso trabajo con guiños, humor y ductilidad para interpretar distintos roles. Néstor Bilucich y Alejandro Imposti aportan distintos ingredientes que enriquecen el relato. Son los actores, como los que vemos en esta pieza teatral, seres anfibios que se debaten entre la pura superficie y las profundidades más absolutas, los que nos convocan función tras función a ver una imagen de lo humano, un sueño, una escena ficticia que conmueve los cimientos de la realidad.

Aquí nos ofrecen la oportunidad de sumergirnos en ese mundo tan particular de los artistas, de verlos frágiles e incómodos cuando están fuera del escenario, porque es en las tablas donde pueden desplegar su identidad verdadera. Observamos lo que se muestra y oculta, la máscara y el disfraz, en oposición al cuerpo desnudo, que se transforma en el camarín para poder dar a luz a un personaje en escena. El encuentro entre actor y espectador resulta mágico; esta propuesta merece un fuerte aplauso. Milly Vázquez

Domingos a las 18
Teatro Buenas Artes Social Club
Guatemala 4484 – Cap.
(011) 3531-2193
bsartes.com.ar

En el Teatro Buenas Artes funcionaba Río Plateado, la escuela de Hugo Midón. Kanter trabajaba con Midón y hoy codirige el espacio de formación actoral junto a Dagna.

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