En el año del centenario del nacimiento de Ástor Piazzolla (1921-1992), podemos asegurar que será nutrida la producción de discos y homenajes que den cuenta de la obra del gran músico marplatense, con todo el eclecticismo estilístico que su música avala. Hay un acercamiento a su obra realizado por la bandoneonista francesa Louise Jallu, cuyo último disco, grabado en la Filarmónica de París durante septiembre y octubre de 2020, editado por Klarthe Records, está disponible en las plataformas digitales.
A cargo del bandoneón y la dirección artística, Louise Jallu es acompañada por Mathias Lévy en violín y guitarra eléctrica, Alexandre Perrot en contrabajo, y en el piano y los teclados por Marc Benham alternando con Gustavo Beytelmann como invitado, con el antecedente de haber acompañado a Piazzolla en su gira europea de 1977.
Con arreglos propios y de Bernard Cavanna, creador de la cátedra de bandoneón del conservatorio de Gennevilliers, este es el tercer trabajo discográfico de Jallu, luego de su álbum debut Francesita (2018) y del registro en vivo Live au Café de la Danse (2019). La lista de temas ofrece versiones de Soledad, Tanguedia, Tristezas de un doble A, Libertango, Oblivion, Adiós Nonino, Buenos Aires hora cero, Los sueños, Lo que vendrá y Mi refugio, de Juan Carlos Cobián, en bandoneón solo, según el arreglo de Piazzolla.
El trabajo de Louise Jallu está a la altura del desafío que aborda. Ella demuestra ser consciente de las exigencias de la obra de este visionario renovador del tango, que reclama llegar al corazón de la esencia tanguera para luego ir mucho más lejos. Su intención no es repetir a Piazzolla, sino que desarrolla su propia interpretación, personal y creativa.
“Cuanto más nos sumergimos en la música de Piazzolla, más nos damos cuenta de que hay que abandonar las evidencias y buscar en la mecánica secreta de sus articulaciones, de sus rupturas rítmicas, de sus melodías siempre tensas y en expansión. Espacios nuevos, otras proyecciones posibles, incluso si eso significa perdernos en ella, porque en el fondo no sabemos realmente adónde nos llevará”, advierte la bandoneonista.
Con más de dos décadas de formación en su instrumento, Jallu comenzó a estudiar a los cinco años en el conservatorio de Gennevilliers. Creció en el marco de una familia melómana, que escuchaba desde Piazzolla a Bartók, intercalados con Thelonious Monk. Sus las raíces musicales se nutren de la música contemporánea, el jazz, y fructifican en una curiosidad que la llevó a explorar el tango de una manera amplia y desprejuiciada.
Maestros como César Stroscio y Juan José Mosalini le proporcionaron herramientas que le permitieron conocer el género y dominar el instrumento sin caer en las imitaciones. Así fue definiendo una expresividad propia, que si bien se reconoce inspirada en Aníbal Troilo, Astor Piazzolla, Máximo Mori o Dino Saluzzi, no deja de tener una personalidad singular y propia.
Conversamos con Louise Jallu:
¿Cómo llega una joven francesa al bandoneón, al tango argentino y a la música de Astor Piazzolla?
Gracias a una feliz combinación de circunstancias. Por un lado, yo vivía en la ciudad de Gennevilliers, cuyo conservatorio de música inauguró en 1988 las primeras clases de bandoneón de Europa. Por otro, mi hermana mayor había elegido para estudiar, afortunadamente, este instrumento. A mí me fascinó la belleza del sonido, tan mágico, que salía de esa caja, y por eso quise saber más sobre él. Uno es muy curioso cuando tiene cinco años.
Las primeras clases de bandoneón fueron dirigidas -durante treinta años- por César Stroscio y Juan José Mosalini. El guitarrista Pino Enríquez también se había incorporado por entonces al equipo para dar clases de ensamble. Este conservatorio se convirtió en uno de los centros más atractivos de Europa para la expresión del tango, y en una referencia que atrajo a muchos músicos de todo el mundo. Me siento muy honrada de enseñar a mi vez hoy allí.
Desde muy joven estudié la obra de Piazzolla, ese compositor y bandoneonista excepcional que tanto enalteció este instrumento, del que sus creadores en Alemania no podrían haber imaginado un destino semejante, hasta convertirlo en solista, tal como pasó con el saxofón en su expresión en el jazz.
Piazzolla fue una figura controvertida en su propio país, pues su música chocaba con las tradiciones del tango entonces dominantes. Incluso hoy en día su música se resiste a las clasificaciones, y todo parece depender de quién la interpreta. Si lo hace un tanguero, es tango; si lo hace un grupo de jazz, suena a jazz; si lo hace un músico clásico, parece música académica. ¿Cuál es tu mirada al respecto?
Tienes razón. Astor Piazzolla sufrió tanto a causa de estas controversias y desaprobaciones, que terminó por resignarse a decir que no escribía tango, sino música contemporánea de Buenos Aires. Lo curioso -paradojas del destino- es que el tango, en sus aspectos tradicionales, que a principios de los setenta tenía todavía una circulación limitada en el mundo, se vuelve ahora música universal, y podemos afirmar que es gracias a Piazzolla que en el mundo hoy se escucha más la música de Aníbal Troilo, Osvaldo Pugliese, Horacio Salgán…
En otro sentido, hasta hace poco la música de Astor Piazzolla era ignorada o despreciada por los guardianes del templo de la “música seria”. Era considerada demasiado fácil, demasiado ligera, demasiado popular. Pero desde los legendarios conciertos del Quinteto Tango Nuevo, en los grandes festivales europeos y en las principales ciudades del mundo se ha consolidado como una música innovadora, singular y de una gran expresividad. Tanto que atrae a un buen número de intérpretes de todos los horizontes: clásicos, del jazz, de la chanson, del pop…
Sin embargo, la música de Piazzolla –la del tango en general– no puede reducirse a una notación, por más precisa que sea. El tango se puede escribir, pero también es necesario liberarse de las partituras. Todos los tangueros lo saben, y aun más en el caso de Piazzolla. Por eso en lo personal me convence menos cuando los músicos clásicos se apropian de su música. Porque me da la impresión de que la reducen a una música ciertamente agradable, pero muy alejada de su principal expresión, que es ser, ante todo, una música revolucionaria, una música de rabia, una música que tiene una urgencia absoluta. Los jazzistas, en cambio, me convencen, porque ellos conocen la rabia, la locura y la exuberancia.
También es cierto que, debido a su trayectoria tan singular, de Nueva York a Buenos Aires, Piazzolla se sentía fascinado por el fenómeno sonoro en el sentido más amplio. Escuchaba tanto a Miles Davis como a Stravinsky, y no le eran ajenos los movimientos innovadores de la posguerra, especialmente Ligeti o Stockhausen. De todos modos, estaba profundamente arraigado en la música de Buenos Aires, y poco a poco fue construyendo una identidad tan fuerte que no sólo creó una música propia, sino también un estilo tan singular que podemos reconocerlo desde sus primeros acentos. Hay un estilo Piazzolla, así como hay un estilo Kurt Weill o un estilo Stravinsky. Piazzolla ha marcado con fuerza la música del siglo XX y se ha convertido en algo ineludible.
¿Qué encuentra en la música de Piazzolla, desde el punto de vista artístico europeo?
Podemos preguntarnos si, no obstante lo dicho, Piazzolla no es en cierto sentido también europeo. Como sabemos, más allá de algunas raíces africanas, el tango es también una música de inmigrantes europeos, principalmente provenientes de España o Italia. También está claro que, en sus orígenes, las melodías, las estructuras armónicas, el bel canto propio del tango, se inspiraron en la ópera italiana o en las melodías napolitanas. Basta con escuchar los tangos canciones de Enrique Delfino para darse cuenta de esto. Del mismo modo puede decirse que en la ornamentación de las melodías, en los melismas, la música de Piazzolla le debe mucho a Chopin. Si uno escucha Los sueños, está completamente marcado por esa impronta.
Lo que se puede distinguir como europeo a priori en Piazzolla es su profundo conocimiento de las músicas de Ravel o de Bartók, de esas armonías, de la modalidad, de las armonías complejas, independientemente de que las haya escuchado también en las obras de Ginastera. Podemos afirmar, sin equivocarnos demasiado, que la mayoría de los compositores americanos, orientales o asiáticos, han tenido influencias europeas; pero lo más llamativo en la obra de Piazzolla son las influencias populares. Como Ginastera, por cierto, o de otros compositores como Falla y, por supuesto, el aporte del jazz. Es en esta hábil mezcla, en esta compleja alquimia entre la música culta y la popular, donde se trazó el camino que nos ha conducido hasta Ástor Piazzolla.
Escuchar el disco de Louise Jallu en todas las plataformas digitales