LA LA LA, tararea el Conde Divagante

Las variopintas creaciones de un polifacético artista

Asomarse a La La La -en Menéndez Libros- es entrar en el particular universo del ingenioso artista Conde Divagante, es conocer los múltiples materiales, técnicas y texturas con los que trabaja su tan particular obra, es vibrar con elementos y formas creadas incluso sobre piezas preexistentes que se combinan exquisita y curiosamente en atractivos paneles. También es adentrarse en su cosmos mágico y nigromante, donde la alquimia se produce naturalmente y se refleja como un augurio para quien sepa leer sus repentinas videncias. 

Sergio Mónaco, alter ego del Conde, es un hombre diáfano, intuitivo y perspicaz. A pocos minutos de conocerlo se lo siente amigo y aliado. Ejerce su luminosa fascinación, aun con un resquicio enigmático y arcano que plasma intensamente en su obra con múltiples significantes. La divagancia de su seudónimo está presente en su arte que no desdeña ojos avizores ni circuitos integrados, tan preciso como ambiguo, tan sugerente y recóndito, en clara refracción de sus  ideas, a veces meridianas, otras errabundas, siempre soñadoras. 

No en vano el profesor y crítico de arte Enrique Gené descubrió el talento del artista en el colegio Guadalupe, donde sus compañeros ya lo trataban de divagante. Su brújula lo llevó a abrevar en Antonio Pujía y en Alejandro Vainstein. Y no desdeñó la arquitectura, carrera que abandonó a punto de recibirse por discrepancias con sus profesores. 

Además de mostrar sus piezas en exhibiciones locales, recaló en Italia, Portugal y Estados Unidos. Quizá sea muy cierto lo que afirma el insigne Julio Sapollnik: «sus obras tienen el común denominador de haber nacido por amor al arte». Martin Wullich

Lunes a viernes de 10 a 18
(hasta 29 de abril 2022)

Menéndez Libros
Paraguay 431 – Cap.
(011) 4311- 6665
menendezlibros.com.ar

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Libro Conde Divagante

Una frase del artista: «Mi vida es la constante obsesión del deseo a la perfección: trato de espiar y penetrar en lo más profundo de mi ser. Lo he conseguido algunas veces… No hay emoción más grande que la de asomarse y descubrir que hay mundos diferentes».

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