El show debe continuar dice el famoso proverbio del mundo del espectáculo. Y el Festival Konex de Música Clásica lo cumplió a rajatabla, ante lo inesperado. El plan original no era, como el título de esta nota, Folger y Cirkovic. Tal como el resto de los asistentes, me había preparado para escuchar arias de Puccini y Verdi interpretadas por ese gran dúo integrado por el tenor Darío Volonté y la mezzosoprano Vera Cirkovic.
Ingresé a la sala y esperé expectante el inicio de la función, cuando hizo su aparición la excelsa fagotista Andrea Merenzon, Directora Artística del Festival, quien con mucho aplomo supo sortear el momento, informando al público que debido a un fuerte estado gripal de Volonté, se vieron en la necesidad de buscar un reemplazante de un día para otro. Agregó con mucho alivio que habían corrido con suerte pues consiguieron que otro gran tenor, Enrique Folger, haciendo gala de su profesionalismo, aceptase el desafío de actuar con pocas horas de antelación y, obviamente, sin tiempo suficiente para los ensayos necesarios.
Una extraña sensación de inquietud hizo solidarizarme con el momento que habría vivido Andrea para sortear la difícil encrucijada, evitando herir la susceptibilidad de ambos tenores y demás cantantes líricos de nuestro país. Los celos profesionales existen en todos los ámbitos e imagino que el artístico, donde se vuelca tanta pasión, no debe ser la excepción.
La preocupación fue mayor cuando nos informaron que también Vera Cirkovic padecía de un incipiente estado gripal, lo que habría sumado para la imposibilidad de los ensayos requeridos. Pero, sin dudas, el receptor del mensaje era un público erudito, sabedor de los contratiempos que se viven detrás del telón y para el que eran muy entendibles las vicisitudes. Por eso, aun con cierta desazón, una cerrada ovación premió a ambos artistas, quienes con mutuo respeto dieron lo mejor de si y supieron disimular los cambios, rescatando la vigencia del proverbio inicial.
El disfrutable programa de emergencia incluyó arias y canzonettas que oscilaron entre Nabucco y La Fanciulla del West, Tosca y Madama Butterfly, algún corazón ingrato y una habanera, y la vida siempre color de rosa, poniendo garra y sonrisa como lo hicieron Folger y Cirkovic. Por eso, gracias. Guillermina Gordon
Fue el 17 de abril de 2015
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