Querría morder con fuerza
el sol en la mañana
quemarme los labios sin dolor
y volver la cabeza
lentamente hacia el ocaso
no esperar un nuevo amanecer
amanecer como todos,
muy distinto a los demás
y sin embargo tan cerca
uno de otro, tan cerca, tan iguales.
Podemos conocer a las personas de muchas maneras. Cuando no es posible hacerlo de manera directa, cara a cara, porque las circunstancias lo han hecho imposible, siempre nos queda la posibilidad de sus rastros, de sus historias. María Cristina López Stewart tenía 21 años cuando fue secuestrada, el 22 de septiembre de 1974. Sucedió en Santiago de Chile, pero podría haber sucedido de igual manera en Buenos Aires, o en tantas otras ciudades de Latinoamérica, en aquellos años. Cristina llegó a un centro de detención y tortura. Y luego no se supo nunca más de ella. Se convirtió en una más entre las miles de personas detenidas y desaparecidas del continente.
Mary –así le decían sus amigos– había nacido el 23 de noviembre de 1952. Sus padres eran agnósticos y de mente abierta: en su casa era posible conversar sobre cualquier tema, pensar libremente, no tener miedo a las disidencias. Mary era la menor de cuatro hermanas. Tenía inquietudes intelectuales y una conciencia social que se mezclaba con su empatía con los que menos tenían. También se destacaba por su sensibilidad artística. La expresaba a través del ballet y escribiendo poesía. Su madre solía decirle: “Hay dos maneras de concebir el mundo: una, salvarse sola, y la otra, esperar hasta el último náufrago; no dormir esta noche si hay un niño en la calle”. Mary no quiso salvarse sola.
Patria, mira a tus hermanos
y dime de qué color son sus ojos
que se cubren de bruma en la agonía.
Dime cuántos hijos tienes,
no son los hombres en Cadillac o en Mercedes Benz
tus únicos herederos.
No se puede ser brillante e indiferente a un mismo tiempo. Mary era brillante. En 1970 estudia Historia: falta poco para que Salvador Allende sea elegido presidente de Chile. Mary estudia Historia precolombina, Historia antigua, Geografía humana y Física. Es elegida Reina de su curso y debate con entusiasmo ideales socialistas con sus compañeros. La situación política en el país era compleja, como en casi todo el continente. En ese contexto Mary empieza a escribir poemas, en un cuaderno azul.
Para ser exactos: el 14 de julio de 1973 ella escribe su primer poema; el 3 de octubre del mismo año dejará asentado el último. Se sabe que hubo otros cuadernos. Pero esos otros cuadernos, al igual que tantos libros y canciones y fotos y películas y murales fueron desaparecidos, de una manera u otra, por aquellos años. Al igual que fueron desaparecidas muchas personas. Muchas de ellas muy jóvenes, como Mary. Idealistas, revolucionarios, que apenas asomados al umbral de la vida adulta fueron borrados brutalmente.
Tengo un miedo intensamente lejano,
como la luz del sol,
a ratos se transforma en suave angustia,
la angustia que producen las sirenas
en las noches,
la angustia que provoca la certeza
de un peligro incierto.
(…)
Quisiera que entendieras
lo que siento
es como si cada célula
se impregnara de una dosis
de incertidumbre que comienza a reflejarse,
y se trasluce poco a poco en mi mirada,
en mi forma de escribir,
como camino, y como te amo
cómo nos cambia la vida…
Hay en los versos de María Cristina López Stewart muchas cosas. Hay un retrato humano, por una parte, tanto como una declaración de valores. También está la evidencia de una pluma incipiente, que expresa un potencial que fue truncado. Y está, final y precisamente, también en esos mismos versos, la presencia de una ausencia definitiva, reveladora de una violencia que solo puede avergonzarnos.
El cuaderno azul de María Cristina, poemario-diario, el único que pudo salvarse de los allanamientos militares, eludió controles envuelto en pulóveres, abrigos y camisas, hasta llegar a la seguridad de un exilio europeo. Algunos de los poemas allí incluidos fueron publicados por Amnesty International en Alemania y por la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Chile, como un modo de denunciar el secuestro y la desaparición de su autora.
El cuaderno regresó a Chile catorce años después. Ahora es editado en su versión completa gracias a la iniciativa de Patricia López Stewart y Cristina Alarcón López. Esta edición constituye un documento tanto artístico como histórico, que permite reflexionar sobre nuestra historia reciente. Tal como señalan sus editoras, estos poemas pueden contribuir a repensar el ideario abrazado por María Cristina y otros jóvenes, en relación a la construcción de un orden social más justo, igualitario y democrático. Jóvenes que, en definitiva, tuvieron la valentía de oponerse con sus voces a una dictadura y fueron mancillados dos veces: la primera, por quienes los desaparecieron y asesinaron; la segunda, por quienes insistieron en tildarlos de terroristas, subversivos o delincuentes.
El verdadero terror debe ser buscado en otra parte, tanto en Chile como en otros países de Sudamérica. En Chile, concretamente, la dictadura fue responsable de más de 3.195 detenidos, desaparecidos y ejecutados; cerca de 35.000 prisioneros y torturados políticos; más de 200.000 exiliados. En su mayoría, todos estos atropellos siguen impunes.
Soldado gris, azul o verde
eres un pedazo de fuerza
demasiado importante
demasiado indispensable.
Me dirijo a ti, soldado, amigo
para mostrarte en qué parte de la historia
se insertó tu fusil.
Es posible que hoy no entiendas
mi mensaje, pero escucha
te acordarás más tarde
cuando la historia
te entregue las armas que hoy te faltan.
El cuaderno azul
María Cristina López Stewart
LOM Ediciones
Santiago de Chile, 2022
97 páginas
El cuaderno azul en Facebook
María Cristina López Stewart nació en Santiago de Chile el 23 de noviembre de 1952. Estudiante de Pedagogía en Historia en la Universidad de Chile, fue militante del Movimiento de Izquierda Revolucionaria. Se volcaría a la escritura de poemas desde su adolescencia. Fue secuestrada el 22 de septiembre de 1974 en Las Condes por integrantes de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA). Según testimonios, permaneció recluida en el centro clandestino de detención y tortura José Domingo Cañas en Santiago. Su nombre apareció en el listado del operativo “Operación Colombo”. Tenía 21 años a la fecha del secuestro y continúa desaparecida hasta hoy.
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