Don Quijote es y será siempre un emblema de osadía; es osado incluso más allá de los límites de su razón. El caballero atraviesa terrenos de aventura, poseído por el impulso heroico que le trazan sus propios ideales, a los que atiende incluso por encima del sentido común. Ante su lánguida figura protegida por armadura uno se pregunta: ¿locura o necedad? Es tal su arrojo que no podemos saber si su viaje comienza donde acaba nuestra cordura o nuestra prudencia; la intensidad de la marcha de Don Quijote nos incita a emprender un viaje a lo desconocido, ante la mirada atónita de todo tribunal invisible del sentido común. No habrá “meta”, pero sí tal vez un acto de honestidad vital.
Esta aventura sin propósito definible, pero llena de fuego interno, es la de la creación al borde de sí mismo, a pie descalzo y sin perder el paso. Quizá sea este el viaje que se propusieron los primeros miembros del Teatro La Candelaria de Bogotá, hace ya 50 años y con el cual han incitado a un número indefinido de personas y personajes que hemos seguido en diversos tramos de su trasegar creativo. La Candelaria y el Caballero Don Quijote incitan, invitan, inquietan. Y como en un ritual para actualizar a los delirantes y persistentes viajeros de los caminos, la compañía presentará una temporada de su versión de este ingenioso hidalgo.
La adaptación ofrece 12 estaciones de la aventura del caballero y su leal escudero Sancho, presentadas de un modo vivo y colorido, con un toque carnavalesco en el diseño de escena, de edad media; teatro de los caminos, apoyado en marionetas, animales-títere y otros recursos de una sencillez conmovedora. César Badillo representa al Quijote y Hernando Forero a Sancho; realmente es increíble el modo en que estos actores logran dar voz al castellano de época, llevándolo a un estadio de gracia del cual emerge toda la riqueza del texto original, rica y fluidamente.
El modo en que Badillo encarna al ingenioso caballero tiene todos los contrastes necesarios para darle sustancia a la locura festiva: fragilidad a la vez que obstinación, tosquedad y cortesía, necedad y determinación. Pero es a través de la dupla Quijote-Sancho, Badillo-Forero, donde el conjunto adquiere pleno relieve y toda la puesta en escena se ve potenciada; resulta fascinante el modo en que la experiencia entre estos dos actores fundacionales en la historia de la compañía se complementa.
Con la maestría de su recorrido y el gozo vital que transmiten en el deleite de su labor, uno tiene la sensación de que están jugando, pero un juego muy serio. Los múltiples estados de Don Quijote son confrontados por los inocentes saberes de un Sancho, al cual Forero dota de una tosquedad tan fina y graciosa que en ocasiones costará mucho tomar partido en sus discusiones.
“Si el necio persistiera en su necedad se haría sabio”, grabaría Blake en sus Proverbios del infierno: el Quijote está de visita para celebrar esta sagrada constancia de luchar por lo imposible, la persistencia que transforma el “error” en horizonte, la necesidad de la utopía. Camilo Barajas Hernández
Se dio hasta fin abril 2016
Teatro Jorge Eliécer Gaitán
Cr. 7 No. 22 – 49- Bogotá
Colombia
Don Quijote en Wikipedia
Comentarios