Arde brillante en los bosques de la noche – Actúan: Patricio Aramburu, Esteban Bigliardi, Inés Efron, Laura López Moyano, Susana Pampín – Escenografía y Vestuario: Mariana Tirantte – Iluminación: Alejandro Le Roux – Marionetas: Marcos Berta, Román Lamas – Música: Diego Vainer – Dramaturgia y Dirección: Mariano Pensotti
Algunas veces la diferencia entre evolución, revolución e involución puede tornarse un tanto confusa. En ocasiones no hay nada peor que haber alcanzado la utopía perseguida durante tanto tiempo, que de repente parece convertirse mágicamente en distópica. Lo muy deseado puede transformarse en algo amenazante, o viceversa. Lo que parecía importante de repente se banaliza. Y así es con todo. Un ejemplo posible: los ideales revolucionarios mercantilizados en la forma de un póster de moda o una remera. Otro ejemplo posible: hubo un tiempo en que hablar de títeres era remitirnos al mundo del teatro para niños, pleno de inocencia.
En este caso los títeres de inocentes tienen poco, y declaran desde el vamos que el espectáculo es inconveniente para menores de 16 años, por contener escenas de sexo y desnudez total. Ninguna objeción, porque de cuerpos se trata el asunto. Y no se puede hacer una obra acerca de los cuerpos obviando el cuerpo. Por más que al mismo tiempo allí estén los títeres como una representación, una duplicación del cuerpo, una metáfora bestial, con sus hilos, manejados por los titiriteros, que sin embargo son al mismo tiempo representados a través de esa corporeidad paralela, hipnótica. ¿Quién es realmente el que controla y quién el manejado?
La dramaturgia de Arde brillante en los bosques de la noche parte de la figura de una revolucionaria feminista soviética: Aleksandra “Shura” Kollontá. Focaliza además la atención en el centenario de la revolución rusa de 1917. Hay mucha teoría política en el texto, que disfrutarán aquellos que más se relacionen con la temática. Pero también hay caricatura. Es que en estos cien años de distancia muchas cosas han cambiado. Incluso cuando otras, al parecer, mantengan plena vigencia. Así, por ejemplo, algunas cuestiones relativas al cuerpo y la sexualidad, al cuerpo y su explotación, al cuerpo y la libertad. Y también la inevitable crítica al capitalismo, que es una crítica que apunta a nosotros mismos; y la cuestión de qué hacer con las viejas utopías, y con las identidades, y con las construcciones imaginarias relativas al género, o a las clases, o cualquier otra.
Como si fuese un juego de muñecas rusas, precisamente, la obra se desarrolla en tres niveles complementarios y al mismo tiempo distintos, que se entrecruzan. La obra comienza como un espectáculo de marionetas para adultos, pero luego se desarrolla como una obra de teatro convencional con actores, y finalmente cambia a un espectáculo cinematográfico, para regresar más tarde a los niveles narrativos anteriores. De esta manera, los protagonistas de la historia son también espectadores, tanto como el espectador es -en última instancia- un coprotagonista de cada una de las cuestiones que se tematizan, que más allá del anacronismo de la idea misma de la lucha revolucionaria setentista tienen en muchas dimensiones una notable actualidad.
Vale la pena destacar la permanente doble moral manifestada en la obra, que nos interpela y nos cuestiona. El desarrollo técnico del trabajo no merece reparos en ninguna de las instancias. La confección de las marionetas es admirable, y la producción fílmica excelente. Tal vez se podría haber evitado cierta sobreabundancia de clichés revolucionarios, que por momentos le terminan dando al trabajo un estilo demodé. Pero este detalle se acomoda en definitiva al contexto general. Lo que nos deja la obra es, en definitiva, valioso: la proclama “hay que ser libres”, por ejemplo, planteada ya sobre el fina, y cómo logar ese objetivo. Germán A. Serain
Se dio hasta febrero 2018
Teatro Sarmiento
Av. Sarmiento 2715 – Cap.
(011) 4808-9479
complejoteatral.gob.ar
