THE HEIRESS, clásica y moderna

Tensión escénica y notable trabajo de Laura C. Harris

THE HEIRESS - www.martinwullich.com

Actúan: Lise Bruneau, Lorene Chesley, Laura C. Harris, Janet Hayatshahim, Jonathan David Martin, Nancy Robinette, Kimberley Schraf, James Whalen, Nathan Whitmer – Escenografía: Mikiko Suzuki MacAdams – Vestuario: Ivania Stack – Iluminación: Sherrice Mojgani – Música: Emma Wilk – Autoría: Ruth Goetz y Augustus Goetz – Dirección: Seema Sueko

A los ojos del viudo Dr. Sloper, su hija Catherine, por quien siente compasión y cierta aversión, encarna la representación antagónica de Edipo: “She killed her mother by getting born” (“Ella mató a su madre al nacer”). Catherine, siendo no solamente poseedora de la autoría de un crimen apenas nacida, terminará sintiendo un profundo rechazo por su padre, de estricto rigor y quien constantemente la somete a un impiadoso escrutinio y comparación con su madre, una mujer que fue dotada de todas las virtudes: belleza, inteligencia y, sobre todo, carácter.

La fricción y chispeo de un fósforo para encender una vela y la elevación de las ventanas dejarán al descubierto la sala de estar de una acomodada residencia neoyorquina frente a Washington Square, basada en la novela homónima escrita en 1880 por Henry James y adaptada para la obra The Heiress (La Heredera, 1947) por Ruth y Augustus Goetz. La tensión sostenida por casi tres horas navega a través de temas tan vigentes hoy como en los clásicos de la mitología griega: el amor, la traición, la codicia, e incluso las tensiones afectivas entre progenitores y descendientes. No obstante, el hilo conductor se centra en la posesión.

La heredera Catherine Sloper, cuya existencia está supeditada a la de un tercero, tiene una entidad pasiva en tanto es futura receptora de un agente activo. No obstante, la paulatina madurez del personaje llevará a que dé paso a la renuncia material y a la elevación de su voz. De este modo, la obra culminará con la subversión de la docilidad de una destinataria hasta ser ella misma quien se erija en artífice de su propio destino.

La atmósfera neoyorquina de mediados del siglo XIX de la casa de Dr. Austin Sloper, quien convive junto a su hija Catherine, la señora Lavina Penniman (Nancy Robinette) y Maria, la empleada doméstica (Kimberly Schraf), será testigo de una concatenación de complicidades y frustraciones. La desilusión no es exclusiva del Dr. Sloper frente a la fragilidad de su hija y su decisión de comprometerse con Morris Townsend (Jonathan David Martin), quien resulta desconcertante al no permitir vislumbrar si se ha enamorado de la persona de Cathy o simplemente de su condición de heredera.

Se destaca la escenografía, que conjuga una refinada selección de mobiliario de época, corredores y una escalera que le otorga mayor volumen a un escenario ingeniosamente diseñado, de modo que pueda ser apreciado por los espectadores sentados en 360 grados. El vestuario ha sido cuidadosamente recreado, a tal punto que parece importado de aquella época, excepto por el de James Whalen (Dr. Sloper), armonizando así con su oscilante semblante adusto y opaca actuación.

Se destaca, empero, la ductilidad de Laura C. Harris en el papel de Catherine Sloper; aparentemente carente de su propio discurso, irá evolucionando al punto de saber cambiar el oportunismo por la oportunidad, renunciando a él y diciéndole, desde lo más alto de la sala: “Good night”. Martín J. Quiroga Barrera Oro

En exhibición hasta el 10 de marzo de 2019
Arena Stage
1101 Sixth Street SW – Washington, DC
+1 202-554-9066
https://www.arenastage.org

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