Los actores infelices – Actúan: Leando Sturla, Bautista Barreiro, Gonzalo Bourren – Iluminación: Gustavo Lista – Dramaturgia y Dirección: Gabriel Gavila
Un actor ¿realmente hace lo que le gusta? ¿O se siente obligado a hacerlo por miedo a desaparecer? se preguntan los actores de Los actores infelices. Hay algo de la vocación que no nos deja hacer otra cosa más que hacerle caso a esa voz interior que nos conduce por ciertos caminos en la vida. Los actores exponen un discurso sumamente crítico respecto del teatro independiente actual y su precaria situación. Como tantas otras profesiones vinculadas al arte, la actuación a menudo no da para comer, sino que son los artistas los que tienen que invertir de su dinero para que las obras puedan darse a conocer (una ecuación que también afecta a otras profesiones como el periodismo). Los gastos de iluminación, vestuario y prensa implican dinero que los artistas deben invertir. Los subsidios son difíciles de conseguir y no son suficientes para generar una verdadera ganancia.
El actor desea por todos los medios brillar, promover lo que hace, generar aplausos, viralizar su obra en las redes, ser reconocido. Estas ansias por lograr el reconocimiento y esta sensibilidad que lleva al actor a elegir una profesión particular no le dejan volcar su pasión en otra cosa que no sea la actuación. Muchos actores independientes tienen empleos varios solo para poder sostener esa vocación. Actuar para ellos es sobrevivir. Como bien dicen los actores, se trata de una condena autoimpuesta: trabajar sin recibir remuneración por el resto de sus vidas es algo que nadie les ha impuesto; ellos mismo lo eligen como un curioso castigo. Vemos cómo los actores se llevan sus manos alrededor del cuello, quisieran asfixiarse, parece. Es que todo el tiempo escuchamos sus quejas contra su entorno y el medio que no les brinda el dinero para subsistir, pero en realidad muchas quejas son dirigidas hacia ellos mismos. ¿Por qué elegir un trabajo no pago al que nadie los fuerza? Se debe tratar de un verdadero caso de amor al arte o de una burguesía que se autoexplota.
Los actores infelices es una obra cómica, donde los actores se cuestionan entre sí. El arte es bastante inútil, como lo ha dicho Oscar Wilde. Esto puede ser un problema para algunos que pretenden ganarse la vida por medio del arte, aunque también es una liberación porque el arte justamente no responde a los sistemas económicos, no está encadenado a la lógica del mercado ni del sentido. Podemos apreciar el arte cuando nos despegamos de la idea de “útil” y vemos en los objetos obras de arte. Vemos un hecho artístico cuando las personas arriba del escenario se transforman en otras: no son empleados cumpliendo las tareas de todos los días, son actores que nos abren a un nuevo mundo.
Que el arte no sea ni útil ni estrictamente necesario puede llevar al artista a un estado de mucha frustración, lo lleva a sentirse no querido, no valorado, a tal punto que en esta ficción el actor se dice: no me mato porque no me animo. Gabriel Gavila en dramaturgia y dirección hace un trabajo impecable que nos lleva a cuestionar la misma esencia del arte y, por supuesto, también el complicado medio artístico de la Argentina, donde muy pocos consiguen remuneración a la hora de actuar.
El elenco, compuesto por Leandro Sturla, Bautista Barreiro y Gonzalo Bourren funciona muy bien y la interacción entre los tres fluye con buen ritmo. Producen risas en el público y también cierta incomodidad:¿ no será el mismo público el que contribuye a esta explotación? ¿Qué papel juega la audiencia en las frustraciones y fracasos de los artistas? Los actores infelices tiene un final sorprendente que no se revelará para no generar un spoiler, seguramente nos impacte y recupere esa irreverencia de los happenings, donde el espectador que lo desee también podrá intervenir. Milly Vázquez
Se dio hasta fin de 2021
El excéntrico de la 18º
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