La culpa de nada – Elenco: Manuel Vignau, Julieta Petruchi, Victoria Hladilo, Julian Doregger, Debora Zanolli, Martín Tecchi, Leonardo Azamor, Amalia Dalí – Fotografía: Lucas Schiaffi – Arte: Margarita Tambornino – Música: Gabriel Chwojnik – Guion y Dirección: Victoria Hladilo
En el panorama del cine argentino contemporáneo, surgió este año una propuesta audaz y provocadora que plasma una mirada muy actual sobre la madurez y las relaciones humanas. La culpa de nada, ópera prima de Victoria Hladilo en la gran pantalla, nacida de las entrañas del teatro under porteño, es una divertida comedia moderna. Con audacia su creadora realiza una transición magistral al lenguaje audiovisual, conservando la esencia cruda y visceral que caracterizó su origen y éxito por varios años en las tablas, pero además dota a los personajes de un trasfondo más interesante y empático.
La trama, aparentemente simple, comienza con un grupo de amigos que emprende un viaje a las sierras de Córdoba y su posterior regreso. Sin embargo, es en este retorno donde la película despliega su verdadero potencial. Los conflictos latentes estallan en la cotidianidad de una casa que se convierte en campo de batalla emocional. La directora utiliza este microcosmos para diseccionar las complejidades de la maternidad, la paternidad, los compromisos afectivos y hasta el poliamor, todo ello bajo la lupa implacable de una generación que se resiste a crecer.
El guion, ácido y punzante, no da tregua al espectador. Y se potencia con el desarrollo de los personajes, muy bien interpretados por un surtido elenco, la mayoría triunfantes en el ambiente teatral, quienes se debaten entre la necesidad de definirse y el terror a los roles sociales preestablecidos. Manuel Vignau y Julieta Petruchi encabezan un reparto que transmite muy bien la angustia existencial de una generación a la deriva.
Desde el punto de vista técnico es un deleite para los sentidos. La dirección de fotografía juega con encuadres claustrofóbicos y primeros planos intensos que nos convierten en testigos incómodos de la intimidad de los protagonistas. La dirección de arte crea una atmósfera que oscila entre lo acogedor y lo opresivo, reflejando a la perfección el estado mental de los personajes. El humor, corrosivo y a menudo incómodo, sirve como válvula de escape para una tensión que amenaza con desbordarse en cualquier momento. Hladilo maneja con maestría el delicado equilibrio entre la risa amarga y el drama existencial, llevándonos por un viaje emocional que culmina en un clímax explosivo y catártico.
La culpa de nada es, sin duda, un triunfo para Victoria Hladilo y su equipo. Es una propuesta excepcionalmente reflexiva que proporciona una mirada intensa y conmovedora a la cruda realidad de la vida adulta, lejos de los convencionalismos y las simplificaciones. Es una película destinada a enriquecer a aquellos espectadores que buscan en el cine algo más que mero entretenimiento. Cristian A. Domínguez
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