Asociarse al Club La Nación suena atractivo por los descuentos que ofrecen. Claro que para eso hay que comprar el diario, que será descontado de una tarjeta de crédito. El tema se complica si uno sale de viaje y no quiere recibir el diario durante los días que estará fuera de la ciudad. Entonces deberá llamar para avisar que no lo envíen -y por lo tanto no se lo cobren- durante ese lapso. Sin embargo, por ejemplo, si un miércoles decido que el fin de semana me quiero ir afuera, ya no es posible suspenderlo.
Hasta 2008 exigían que ese llamado fuera con 5 días de antelación a la decisión. En la actualidad, cuando las cosas se manejan con la inmediatez del mail y de internet, cuando hasta los trámites bancarios aceptan una simple conexión, suena anacrónico que se deba llamar 5 días antes. Pedí al operador de turno -un tal Ricardo, sin apellido- hablar con alguien que me diese una respuesta al tema y me informó que no era posible, pero mi reclamo quedaría asentado con un número. No sé para qué. Nunca llamó nadie.
LLegó 2009. Con vacaciones en puerta, decidí suspender el servicio llamando 5 días antes. ¡Oh sorpresa! Me encontré con que habían cambiado los términos, sin aviso. Ahora la antelación para suspender no debe ser menor a… ¡7 días!. Si 5 parecían una eternidad -sobre todo para suspender un fin de semana-, una semana es un disparate. El sistema empeoró. Muchas veces la decisión de salir se toma un par de días antes. Debería ser tiempo suficiente para la suspensión del diario. Pedí hablar con alguien de cierta jerarquía o de atención al cliente ante estos reclamos, aduciendo que ya había habido uno sin respuesta. Fue absolutamente imposible. Lo único que logré es que me dieran otro número de reclamo: 983393. Y a duras penas que el operador me dijera también su nombre y apellido: Julián Anzoátegui.
Desde entonces nadie se comunicó conmigo, es decir que esos reclamos no sirven para nada. Decidí no ser más esclavo de este sistema perverso. Pedí ser dado de baja, para lo cual también el trámite es complicado. Pero lo logré. Ahora, si decido irme afuera mañana, le chiflo a José Kiosquero y le digo «suspendé mañana, que no estaré». El hombre me entiende. Y no lo manda. Y no lo cobra. Una demostración más de que la comunicación interpersonal funciona mejor que un pretensioso sistema llamado Club La Nación cuya única intención es esclavizar a sus socios para la venta ininterrumpida del producto. Ahora, lo que ahorro en los diarios que no consumo es mayor que los descuentitos que me daban. ¡Horrible! Martin Wullich
Un Comentario