Veo un lindísimo sweater de hilo en la vidriera de Brooksfield de Av. Santa Fé y Montevideo. Lo compro. Pasa algo más de un mes, se lava y una parte destiñe. Vuelvo al local y les cuento. Con suma atención lo miran, reconocen la falla y me ofrecen cambiarlo por otro color u otro tamaño pues en ese momento no tienen el mismo. Agradezco diciéndoles que necesito ese tamaño y me ha gustado ese color. Hasta el momento, Brooksfield no me ha pedido el ticket de compra, ni el de la tarjeta, ni el embalaje original, ni la bolsa, ni lo harán, tampoco me han preguntado cómo lo he lavado para ver si el error es mío, al contrario, me hacen sentir muy bien y que tengo el derecho indiscutible del cambio, y simplemente ven que es de ellos, y punto.
Me ofrecen cambiarlo en otra sucursal. Para facilitar el trámite me dan otro nuevo y toman el fallado. Voy a la sucursal de Av. Del Libertador. Me lo cambian en el acto sin preguntar nada. Sin dudar. Sin pedir tampoco nada. Con una atención notable. Sin preguntar siquiera por qué lo cambio. En todo momento me siento un cliente estupendamente atendido, con simpatía y encanto en ambas sucursales. Recuerdo la abismal diferencia cuando intenté cambiar algo en La Martina y me trataron muy groseramente, incluyendo a la encargada (leer nota). Y salgo feliz con mi sweater, prometiéndome volver una y otra vez a Brooksfield, donde el buen gusto y el buen trato priman por sobre todo, donde existen el respeto por el cliente y la calidad en los productos y la atención. Martin Wullich
Brooksfield
Av. Santa Fe 1633 – Cap.
(011) 4811-5740
Av. del Libertador 3050 – Cap.
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