El Homenaje a Mozart fue idea de una directora de orquesta y productora. Estas dos condiciones confluyen en la persona de Patricia Pouchulu. Y a esta altura resulta difícil decidir cuál de las dos reviste mayor importancia. Porque si es una realidad que el mundo de la dirección orquestal es uno de los últimos reductos en los cuales todavía sigue siendo poco frecuente encontrar a una mujer, no menos real es que producir anualmente un concierto sinfónico de manera autogestiva, sin subsidios oficiales ni el respaldo de una institución económicamente fuerte, parece hoy poco menos que imposible. Y sin embargo es este el desafío que se ha planteado para sí misma la directora de la sociedad de conciertos La Bella Música desde 2003, cuando colocó desde el vamos el listón bien alto, inaugurando esta serie de conciertos nada menos que con La Creación de Haydn.
Si este concierto anual llegó a convertirse en un encuentro ya tradicional dentro de la temporada musical de Buenos Aires, este año la propuesta fue doblemente clásica, pues el programa ofrecido estuvo integrado por tres grandes obras de Wolfgang Amadeus Mozart. La primera parte se centró en dos conciertos para vientos: el Concierto para clarinete K.622, compuesto casi sobre el final de la vida del compositor, en 1791, y el Concierto para oboe K.314, de 1777, que contaron respectivamente con la destacada participación solista de Carlos Céspedes y Rubén Albornoz. Los dos intérpretes estuvieron a la altura de las circunstancias, aunque llamó la atención un tempo para nuestro gusto demasiado lento en el Adagio de la primera obra, y algún desajuste notorio en algún pasaje de la segunda. Nada que llegara a opacar la belleza natural de las composiciones del salzburgués.
La segunda parte estuvo reservada para la imponente Sinfonía Nº 41, bautizada Júpiter no por iniciativa de Mozart, sino como resultado de la inspiración de cierto productor de conciertos que buscó dejar expresada la dimensión solemne y triunfal de esta obra majestuosa, comparándola con el dios supremo de la mitología romana. La tradición validó esta designación, que el propio compositor no llegó a conocer. De hecho parece que no llegó a ser interpretada en vida de Mozart, pues el lábil gusto del público vienés de la época ya apuntaba hacia otros estilos más ligeros. Por fortuna, nosotros pudimos apreciarla debidamente. El video que acompaña esta reseña, tomado por el equipo de José Luis Pogacnik, rescata precisamente el imponente final de este trabajo y ciertamente nos exime de hacer mayores comentarios acerca de la calidad general que tuvo este concierto. Germán A. Serain
Fue el 1º de diciembre de 2016
Teatro Avenida
Av. de Mayo 1222 – Cap.
labellamusica.org
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