La industria del espectáculo y el entretenimiento basado en el show con animales en cautiverio va perdiendo la batalla frente a los reclamos de los ambientalistas y el público en general en lo que va del siglo XXI. Los escenarios habrán de cambiar y el trato a los animales deberá reconsiderarse o el negocio morirá, debido a la merma de espectadores e inversionistas. Así es la tendencia y cada vez se pide más que Vacíen los tanques (Empty the tanks).
A principios de noviembre 2015, el parque temático SeaWorld anunció que 2016 será el último año en que su show con orcas entrenadas en cautiverio sea brindado en San Diego, California. La presión llegó desde varios flancos, uno de ellos, el documental Blackfish, que la cineasta Gabriela Cowperthwaite presentó en 2013 y se difundió por CNN generando una toma de conciencia crucial entre el público acerca del hacinamiento y maltrato hacia los ejemplares de orcas “robados” del océano y confinados de por vida al cautiverio dentro de un tanque y a la ingesta de sedantes para aplacar su incesante frustración.
Una creciente ola de descrédito azotó a SeaWorld entre el público, activistas ambientales y legisladores que comenzaron a trabajar en la demanda de prohibir la procreación de orcas en cautiverio. En 2014, la compañía Southwest Airlines, asociada a SeaWorld por más de 25 años en el traslado de espectadores y publicidad de los shows, se desvinculó debido a las fuertes manifestaciones adversas en las redes sociales. La cotización en los mercados de valores también descendió para el parque SeaWorld en vista de la imagen notoriamente perjudicial.
Esto obligó a la empresa a llamar la atención mundial con el anuncio de un cambio, una nueva “experiencia orca” está por acontecer y será en 2017. Pero no soñéis, amantes de las orcas, éstas seguirán cautivas dentro de tanques un poco más grandes. SeaWorld ha solicitado -a la agencia estatal que regula las costas de California- ampliar sus instalaciones del parque, a lo que la Comisión Costera respondió que “sólo si renuncia a la procreación de orcas en cautiverio”. Este anuncio no puede compararse con el que hizo en marzo de 2015 el circo The Ringling Bros., un mensaje claro y enfático en defensa del bienestar de los animales: los 13 elefantes que actualmente forman parte del show, de uno de los circos más grandes de Estados Unidos, serán enviados a un centro de conservación en Florida, proceso que se completará en 2018.
Un aire de escepticismo recorre los círculos de protección a los animales. Para ellos, la única chance de bienestar para las orcas de SeaWorld es que se vacíen los tanques y ellas sean llevadas a un santuario en el océano, de regreso a la libertad con que nacieron. Un billete comprado al parque SeaWorld es lo que mantiene a estos ejemplares en el padecimiento del cautiverio. Es hora de tomar conciencia de que por unas horas de entretenimiento no debemos comprometer el derecho a la vida en merecidas condiciones de bienestar a ningún ser vivo.
Los cetáceos son animales de alta complejidad. Las ballenas han evolucionado como mamíferos marinos a lo largo de unos veinticinco millones de años. Por su gran tamaño, su amplia distribución en todos los mares y debido a una importante variedad de estrategias de alimentación, los cetáceos utilizan el océano de manera especial y con un efecto global. Las ballenas ejercen una atracción universal única sobre el espíritu humano. Son incomparables generadores de asombro y admiración. Sus territorios pertenecen a la globalidad de las naciones y simbolizan la preocupación del medioambiente. La protección de las ballenas se ha transformado en una fuente de inspiración para conservar las interrelaciones de todas las formas de vida de este planeta.
De cara a una próxima Cumbre Mundial del Clima (París, diciembre 2015), es bueno apreciar que nuestra opinión, a través de las redes sociales, firma de peticiones o simplemente compartir reflexiones, ayudará a que el proceso de explotación desmedida de los recursos naturales del planeta aminore su trágica marcha. Silvia Bonetti
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