Para quienes hemos seguido su carrera al frente de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, sería muy extraño que el Maestro Enrique Arturo Diemecke no expresara su alegría – sobre todo en un programa dedicado a Gustav Mahler- con el clásico salto al podio, sus brazos extendidos y sus manos abiertas, listas para abrazarnos, para que nos preparemos también a recibir las sensaciones que nos dará la música en sus manos, seguido de una breve explicación de lo que escucharemos, su origen y su significado.
Por eso contó que la versión de la Sinfonía No. 10 de Gustav Mahler, sería una de las dos de Deryck Cooke, el más reconocido especialista por su descubrimiento del lenguaje de la misma. En realidad el único movimiento terminado es el Adagio inicial y Cooke la completó en base a los esbozos y escritos sueltos del compositor austríaco. “Aún con la admiración que le tengo a Cooke –afirmó Diemecke- me atreví a arreglar un poco el 2do. Movimiento”.
Seguidamente presentó al barítono uruguayo Alfonso Mujica, quien comenzó interpretando las Canciones de un caminante, con el propósito de unir mágicamente las primeras notas de un joven Mahler con las ya maduras e inconclusas de su última obra. Mujica expresó los sentimientos de amor, drama, muerte y dolor con una voz de amplio espectro tímbrico, emitida con seguridad, con graves imponentes y agudos de gran claridad.
Las referencias musicales a posteriores obras suyas no se hicieron esperar, sobre todo en la segunda, Ging heut morgen übers Feld (Fui esta mañana al campo) donde aparecen claramente las notas melodiosas y alegres de la 1ª. Sinfonía (Titán), compuesta tres años después.
La interpretación de la última obra de Gustav Mahler, a cargo de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, comenzó con emoción pura marcada en el movimiento primero, para seguir con el Scherzo mencionado por Diemecke, en donde aparece definitivamente la intelectualidad, repetida en el siguiente Scherzo (4to. Movimiento), tan unidos por un allegro moderato denominado Purgatorio.
En el Finale, con variadas marcaciones de tempo y carácter, hizo su aparición el sonido de un extraño “instrumento”, cuya presencia llamaba la atención desde el comienzo en la disposición de la planta orquestal. En realidad era una enorme caja cuadrada de madera (1,50 por lado), que fue tañida sin tonalidad alguna.
El mismo Diemecke diseñó este cajón, difícil de catalogar, que podría pertenecer a la sección instrumental o bien a la utilería. Lo cierto es que se logró el efecto de impacto deseado en el último movimiento, sin necesidad de recurrir a un inhallable tambor militar u otro elemento percusivo. Es bien apreciable en el fragmento del video publicado.
Fuimos testigos de la primera vez que se ejecuta completa en Argentina -y posiblemente en toda Sudamérica- esta Sinfonía subyugante, dirigida con maestría y notable conocimiento por un ser humano sensible que comprende y transmite lo vivido por el compositor, cuya tristeza se transforma en serenidad, cuya luz deviene en astro celestial, cuya energía nos empapa, nos conquista, nos seduce, nos emociona. Martin Wullich
Fue el 18 de junio de 2015
Teatro Colón
Libertad 651 – Cap.
(011) 4378-7109
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