Se ve el corazón pero nunca las caras, dice Nico Diab, en oposición al coro de una conocida canción del salsero Rubén Blades que dice “se ven las caras pero nunca el corazón”. El músico y artista presenta una instalación sonora que prescinde de la imagen visual para lograr el efecto del título de la muestra.
Justamente, a través del sonido, activa la imaginación del espectador para que pueda ver el corazón -pero nunca las caras-, en mundos míticos, situaciones comunes e instantes naturales.
Son tres obras sonoras, muy distintas entre sí, que recurren a diversos imaginarios. Diab demuestra que sus creaciones son resultado de experimentaciones y búsquedas, y lo reafirma con El elefante, una pieza armada con 49 parlantes chicos y un tubo flexible –la trompa del mamífero- para que cada uno intervenga hablando, gritando o cantando en su punta, tal como si fuera el instrumento de bronce trompa -la otra acepción de la palabra- y la emisión se escucha in crescendo y repitiendo uno sobre otro los sonidos hasta desvanecerse por completo.
Asimismo, la segunda obra -que lleva el nombre de la exposición-, con sus 12 tubos que caen para dar oídos a conversaciones comunes, es una experiencia cautivante. Andrés Ruiz Quintero
Se ve el corazón pero nunca las caras
se exhibió hasta fin de noviembre 2014
Espacio Ecléctico
Humberto Primo 730 – Cap.
(011) 4307-1966
Nico Diab en Sound Cloud
Nico Diab se define como músico, artista sonoro, coleccionista y desparramador de sonidos. Ha trabajado sonorizando espacios, muestras, exhibiciones, puestas en escena, films y videos, para los cuales ha creado sonidos ad hoc y músicas compuestas especialmente. Además, a la manera de un luthier, es un creador de elementos artísticos y originales que son también productores naturales de sonido, impulsados por elementos mecánicos o naturales. Nico juega con el sonido descubriéndole nuevas facetas.
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