JEFF KOONS, de lo inflable al coito

La muestra del Musée de Pompidou recorre 35 años de su trabajo y muestra el camino que lo condujo hasta el presente

La primera sala de la amplia muestra de Jeff Koons en el Musée Pompidou aloja sus etapas iniciales –Inflatables and Pre-New y The New– donde conviven las baratijas inflables del downtown de Manhattan y las aspiradoras intencionalmente iluminadas, obras que si bien son consideradas readymade, tienen una intervención explícita, lo que pone en discusión si efectivamente la obra es reconceptualizada a partir del contexto y la apropiación por parte del artista como lo hiciera el propio Marcel Duchamp.

Pretendiendo constituir una crítica al american dream, la sociedad de masas y de consumo, este cuarto no promete demasiado y disminuye las expectativas de lo que se develará en las próximas salas. Así, la progresión temporal se torna audaz, constituyéndose en el mejor aliado de la exhibición puesto que las obras emblemáticas del arte kitsch se volverán cada vez más complejas –aunque en su aparente forma, simples – para interpelar al observador e instarlo a romper la tendencia asociativa que suele gobernar nuestras mentes.

En Equilibrium aparece la contraposición de la representación y la materialidad en objetos tales como un gomón o un chaleco de buzo realizados enteramente en bronce; se destaca la precisión técnica que no deja vestigio alguno que despierte la sospecha de que, lejos de flotar, eso nos sumergiría hasta las aguas más profundas. Esta primera invitación a la disociación continúa con la extrapolación de figuras clásicas erigidas con materiales modernos – un Luis XIV de acero inoxidable – o un Michael Jackson de porcelana que, si no fuera por su extemporaneidad, podría haber salido del Palais de Versailles. La apuesta se incrementa al punto de forzar la coexistencia de estas híbridas imágenes con dos ángeles junto a un cerdo, todos acompañados por un Koons pueril.

La irrupción del desdoblamiento y la escisión de la representatividad-materialidad-técnica se escurre en la sala restricta a menores de 18 años: la Cicciolina y Jeff Koons -quienes mantuvieron un fugaz matrimonio- aparecen pintados al óleo y en esculturas de mármol y cristal de Murano. Las sugerentes escenas que adornan a estos cuerpos se proponen culminar en lo explícito; la carnalidad viola a la materialidad, arribando a la consumación de esta tensión con un primer plano de su coito.

Hacia el final del recorrido, pop art y arte antiguo se confrontan o se escoltan, y personajes del comic del siglo XX como Popeye o The Incredible Hulk son evocados. Si el primero aparece pintado -por momentos fragmentariamente- al óleo bajo un hiperrealismo, Hulk (quien también sufría una mutación al volverse verde como la espinaca) aparece con los tubos de un órgano incrustados en su espalda que, para salud de los cuidadores de la sala, se mantiene desconectado.

La exposición concluye con esculturas de la mitología y el arte grecorromano realizados en acero inoxidable pulido y yeso. Si por su forma o representación parecen inertes, Koons propone que vívidas plantas crezcan desde su interior, mostrando que lo que aparentemente implica alteridad o se presenta como antitético puede, en todas sus dimensiones, volverse real en la paradójica yuxtaposición. Martín Quiroga Barrera Oro

Se exhibió hasta 27 de abril 2015
Musée Pompidou – Galerie 1
Centre Pompidou

París, Francia
www.centrepompidou.fr

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