Parafraseando a Malena –que habrá hecho lo suyo-, en el pequeño y cálido escenario de La Casona del Teatro es Marita Monteleone quien canta el tango como ninguna. La célebre locutora de la compañía telefónica pone su impronta, su personalidad, su forma de decir y su voz prodigiosa, al servicio de la música rioplatense por excelencia.
Acompañada primero por los guitarristas Alberto Amado y Gabriel Faina, la histriónica Marita es fiel a si misma. Ha desarrollado un estilo particular, en el que las letras de los más conocidos tangos adquieren un sentido personal, dichas desde el alma, creíbles, sentidas. En el comienzo, cuando canta Pero yo sé, el público sabe que sabe. Y sigue con Toda mi vida, Que me van a hablar de amor, Melodía de arrabal, Malena, Chiquilín de bachín, Tinta roja y Naranjo en flor, entre otros clásicos, que parecen haber sido compuestos para ella.
La cantante expresa con hondura, oscilando entre las notas más altas y un decir casi susurrado, en el que hace gala de su excelente vocalización abrevada en la locución. Por eso, con mucha naturalidad, es capaz de contar anécdotas, agradecer sin olvidar un solo nombre, o confesar que su guitarrista –Julián Hermida– llega un poquito más tarde pues viene de otro show. Mientras se acerca El último café, se tiene la sensación de haber estado en su casa compartiendo su intimidad, esa que entrega feliz y generosamente a través del tango. Martin Wullich
Fue el 18 de junio 2010
La Casona del Teatro
Av. Corrientes 1975
(011) 4953-5595
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