SOUVENIR, de Guillo Espel Cuarteto

Un nuevo disco del compositor y guitarrista con su formación e invitados

Un souvenir es un objeto de un lugar que nos recuerda ese lugar. En este caso, como bien lo señala Guillermo Espel (aunque todos lo conocen como Guillo), es un “objeto/música, de un lugar/tiempo, que recuerda/remite a ese/otro lugar/tiempo/música”. Y luego definirá: “Música: lugar sin objeto con tiempo, o Música: objeto que tiene lugar y tiempo”. Como se ve, a Guillo Espel le gusta jugar con las palabras, y también con los sonidos, por supuesto. Souvenir es el quinto trabajo discográfico que encara con su formación de cuarteto, aunque uno puede encontrarse con Guillo Espel en más de sesenta discos, tanto propios como ajenos, con muy diferentes conceptos y formaciones.

En Souvenir nos encontramos con diez piezas, ocho compuestas por él, y otras dos que son lecturas sobre composiciones de famosos: Luis Alberto Spinetta (Hiedra al sol) y Manolo Juárez (Tarde de invierno). La conformación básica del ensamble—porque hay una enorme cantidad de artistas invitados— nos presenta a Guillo Espel en las guitarras, Oscar Albrieu Roca en vibráfono, Damián Foretic en bandoneón y Pedro Carabajal en violoncello. 

Conversamos con Guillo Espel acerca de Souvenir, de su ensamble y de la música en general.

En una época en la cual el disco físico se ha convertido para muchos casi en un anacronismo, vos decidiste que Souvenir, además de estar en las plataformas digitales, existiera como un objeto.

El primer motivo para esto es simple: se trata de un capricho mío. Porque el disco físico hoy ya prácticamente no tiene salida comercial, ni el lugar de interés que supo tener en otro momento. Pero además es porque el concepto mismo de álbum tiene un poco que ver con esta materialidad física. Las plataformas digitales llevan a que hoy se atomice todo. La tendencia es que se publiquen y escuchen solamente canciones, y ya no discos. No es que esto esté mal, pero el espíritu que uno tiene de la música es otro. Tengo un amigo, Diego Fischerman, que en su momento se ocupaba en preguntarle a la gente en qué momentos escuchaba música. Y él comentaba que la gran mayoría, nueve de cada diez personas, le decían que escuchaban música al regresar a la casa, o mientras comían, o mientras hacían cualquier otra cosa. Es decir, como si la música fuese siempre un complemento, un accesorio. Ya no existe esa cultura de decir “me siento a escuchar música”, que es algo que para mi generación constituía un ritual: uno se compraba un disco y se sentaba a escuchar, para ver de qué se trataba, más allá de las canciones que pudieran sonar o no en la radio. Te hago una comparación: a uno no se le ocurre, por lo general, leer un capítulo de un libro, o algunas páginas salpicadamente, para luego abandonarlo. Sin embargo, nos hemos acostumbrado a hacer eso con la música. Tampoco deberíamos olvidar que la música —al menos el tipo de música que yo hago— supone además un lugar discursivo: más allá de la estética que se adopte, allí se cuenta una historia. La supuesta excelencia o no de una composición abreva, justamente, en qué tanto esa relación entre el músico y el oyente se conjuga para que el discurso se extienda en el tiempo, sin abrumar ni aburrir. 

Me gustó mucho, en relación al título del disco, esa mirada que sugerís en el texto del booklet sobre la vida como un viaje, en relación permanente con el tiempo. Esa es la naturaleza de la música, que solo existe mientras transcurre. La música como una suerte de objeto —intangible— que nos vincula siempre a un lugar y un tiempo.

Cuando hablo de otros lugares, es un poco una metáfora. Esos otros lugares son también todas las experiencias que vamos viviendo, y que al menos temporalmente se instalan en otros espacios, con lo cual esta idea disparadora, que es la palabra souvenir, tiene que ver con toda construcción de afecto, con las experiencias, las vivencias de cada uno. Yo tengo esa sensación: que cada experiencia vivida me hace ser quien soy hoy, me construye, me edifica y me predispone para el futuro próximo. Y ahí está también la música.

Cambiando de tema, y aunque en este disco hay una cantidad importante de músicos que complementan el cuarteto, siempre me llamó la atención la particularísima constitución instrumental de tu grupo. ¿Cómo fue que se te ocurrió un orgánico tan particular?

Fue algo absolutamente casual. Cuando dejé el trío La Posta, que fue el grupo con el cual trabajé en los años 90, con Luis Rocco y Pablo Aguirre, porque quería probar otras posibilidades, pensé en un cuarteto absolutamente clásico: piano, guitarra, cello y violín. Pero ocurrió que, mientras esta idea se iba armando, Marcos Cabezaz, que es un gran vibrafonista, integrante hoy de Paralelo 33, me dice que quería tocar conmigo y me propone formar un dúo. Como yo estaba ya con el armado de mi cuarteto en la cabeza -y la verdad no tenía suerte con los violinistas que intentaba sumar-, se nos ocurrió la posibilidad de usar el vibráfono en reemplazo del violín. Esa fue la primera modificación. Y después de una breve experiencia con el piano, sucedió algo muy parecido con un bandoneonista amigo, Román Rosso, que también me venía diciendo de tocar juntos. Como justo se había presentado la posibilidad de una gira, y había que completar el ensamble a tiempo, me dije: bueno, vamos a probar. Pero en realidad incluso a mí me parecía una locura esta conformación. Porque no sabía cómo iba sonar. ¿Qué clase de tímbrica iba a tener ese grupo? Estamos hablando de tres instrumentos con posibilidades armónicas, pero también de tres instrumentos muy ligados al registro medio. Además, la guitarra y el vibráfono trabajan sobre escalas diferentes, o sea que quedaba todo a trasmano. Sin embargo, terminamos encontrando un color y un resultado tímbrico que nos maravilló. Y así quedó esta formación, ya próxima a cumplir veinte años. De todos modos, debo decir que en este disco hicimos algo que ya veníamos probando, de colar un quinto y un sexto integrantes, que son Coti Moroni en clarinetes e Ignacio Svachka en más percusión.

Para terminar, una pregunta quizás algo incómoda: si bien yo creo que se trata de un falso dilema, ¿cómo se ubicaría este disco dentro de la dicotomía que suele plantearse en cuanto a los géneros musicales. ¿Es música popular o tiende a ser más bien algo académico con toques populares?

Te agradezco la pregunta, porque me parece inteligente y porque además comparto plenamente tu mirada. Yo me la he pasado diciendo a lo largo de mi carrera —porque suelen presentarme de un modo u otro— que yo hago música con una estética y un planteo que es personal. Utilizo recursos que son propios de diversos tipos de ensamble, o incluso orquestales, donde a veces yo mismo soy intérprete y en otras ocasiones no. Pero yo me siento la misma persona escribiendo una chacarera o una obra sinfónica completamente atonal. No es que esté pensando de maneras diferentes en un caso y en el otro, sino que simplemente trabajo materiales distintos con una idea de discurso, con la intención de contar una historia, como decíamos antes. Y si a veces abrevo en elementos del folclore no es porque pretenda mostrarme argentino; y si no lo hago, no pasa por ahí tampoco. La verdad es que no me planteo las cosas desde estas categorías. Y está muy bien tu pregunta, porque habitualmente suele pensarse en esos términos. Sí me permito decir que suelo rescatar el concepto de canción, entendiendo dentro de eso también la canción sin palabras, como un formato que está vigente desde hace más de dos siglos, y que prevalece como recurso en este conjunto de composiciones. La canción es esencialmente lo que me hace estar aquí. Más allá de que las obras que escribo se plantean con la intención de esquivar catalogaciones, estilos o géneros.  Y me permito decir también que la música es inquietud para quienes la componemos. Es en cierto sentido incluso incomodidad, aunque parezca mentira.

Guillo Espel Cuarteto – Oscar Albrieu Roca: percusión – Damián Foretic: bandoneón – Pedro Carabajal: violoncello – Guillo Espel: composición, guitarras, bajo eléctrico, piano, dirección musical

Músicos que se suman al cuarteto en Souvenir:
Coti Moroni: clarinete y clarinete bajo (temas 1, 3, 7, 8, 9)
Ignacio Svachka: xilófono, glockenspiel (temas 1, 3, 9), vibráfono (temas 4 y 8)
Nicolás Guerschberg (piano, tema 5); Silvia Hopenhayn (lectura, tema 1); Guadalupe Farías Gómez (canto, tema 7); Marcelo Predacino (guitarra, tema 7); Fernando Ciancio (flugelhorn, tema 4); Agus Voltta (canto, tema 2); Alejandro Guerschberg (bandoneón, temas 2 y 5); Germán Gómez (canto, tema 5, bombo legüero temas 2 y 5)
Quinteto de cuerdas (temas 6 y 7): Elías Gurevich (violín I), Humberto Ridolfi (violín II); Elizabeth Ridolfi (viola); Pedro Carabajal (cello); Horacio Hurtado (contrabajo)

Souvenir se presentó en vivo:
7 de mayo 2022
Pista Urbana
Chacabuco 874 – Cap.

Reservas: (11) 4361-3015
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