SLAM ALLEN & OMAR COLEMAN, fiesta de blues

Con un triple recital se desarrolló la exitosa primera edición del We Got the Blues Festival

El blues es un género musical que puede parecer estructuralmente muy sencillo, pero que a la vez no cualquiera puede tocar, pues su ejecución exige un componente sanguíneo, una pasión y una entrega que se ubican más allá de la técnica. Baires Blues Producciones presentó la primera edición en Buenos Aires del We Got the Blues Festival, ideado para promocionar el estilo en Sudamérica, con dos artistas estadounidenses de lujo: Slam Allen y Omar Coleman.

Con muchísimo calor y cierta desorganización en el ingreso del público, la apertura de la noche estuvo a cargo del grupo local 50 Negras, que mostró un desempeño correcto, aunque alejado de lo que vendría después. Volvió a quedar en el tapete la cuestión de qué tan bien soporta el género las letras en castellano, y no porque en el blues cantado en inglés las letras en general sean profundas. La sensación es que en castellano, excepciones aparte, esta precariedad queda aun más al descubierto.

De las dos visitas internacionales, el primer turno fue para Omar Coleman. El reconocido armonicista y vocalista, oriundo de Chicago, impactó con su potencia que, salvando las distancias, nos hizo recordar el sonido de Stevie Ray Vaughan, más allá de que aquí el liderazgo no estuviese en la guitarra, sino en una armónica por momentos furiosa y una voz sucia en la medida precisa, que impresiona por su color y expresividad. Con toques de funk y de soul, Coleman estuvo secundado por una sólida banda integrada en su totalidad por músicos locales: Juan Codazzi en guitarra, Gabriel Cabiaglia en batería, Mauro Diana en el bajo y Alberto Burguez en teclados. Estos tres últimos serían también los encargados de secundar el set del guitarrista y cantante neoyorquino Slam Allen.

La presentación de Allen fue sencillamente fantástica. Y no exageramos al decir que por momentos nos hizo recordar al gran B.B. King en sus punteos precisos, su estilo perfecto y su modo de hacer música con una sonrisa permanente y contagiosa. Fue una lección de blues, de cómo colocar los matices y hasta de cómo hacer música con los silencios, tan importantes en el género. Nos habían dicho que su conexión con el público era muy especial, pero nos sorprendió verlo en acción. En un alarde de maestría artística, Allen se bajó del escenario para mezclarse con el público, mientras seguía tocando y cantando, desprovisto de micrófono, haciendo gala de todo el caudal y la calidad natural de su voz. Más tarde repetiría su paseo por la platea, pero en esta segunda ocasión fue todavía más lejos: le cedió su instrumento al guitarrista Pablo Alifano, quien había ido a escuchar el show, y allí entre las mesas lo invitó a mostrar sus habilidades. La improvisación, modesta al comienzo, cobró temperatura y terminó generando una merecida ovación, destinada a los dos músicos.

Pero la noche todavía no había terminado. Faltaba una versión increíble de I Can’t Get No Satisfaction de los Rolling Stones, coreada por un público que a estas alturas ya deliraba, y luego algunas canciones más compartidas con Coleman, quien volvió a subir al escenario para el cierre. Sonó Good golly Miss Molly de Little Richard, y luego la guitarra de Allen volvió a pasar de manos, en este caso para ser tocada por Codazzi. La generosidad del músico neoyorquino realmente es digna de ser destacada. También debe mencionarse el excelente sonido que hubo durante todo el show, algo no del todo frecuente en los lugares destinados a escuchar música en Buenos Aires. Fue una fiesta. Durante un buen rato sentimos que ya no estábamos en el Abasto sino en algún club de jazz de Chicago. Aunque tal vez en ese caso el aire acondicionado se hubiese sentido un poco más. Germán A. Serain

Omar Coleman - Two Headed Woman - En Teatro Monteviejo 24-02-2017

Fue el 24 de febrero de 2017
Teatro Monteviejo
Lavalle 3177 –  Cap.

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