Hay músicos y bandas que basan sus carreras en la rutina de lanzar un disco, hacer luego la gira de presentación correspondiente -durante la cual se escribe material nuevo- que se graba al finalizar la tournée, con lo cual queda planteada la excusa para una nueva gira, etcétera. El otro modelo, especialmente apto para aquellos artistas que ya cuentan con una trayectoria, es volver una y otra vez sobre sus éxitos. Este ha sido el modelo adoptado por Rick Wakeman, el legendario tecladista del grupo Yes, que regresó a nuestro país a dos años de su anterior visita, anunciando los mismos dos títulos que presentó en aquella ocasión.
Los conciertos programados fueron tres: el primero anunciaba un recorrido por los grandes éxitos del músico, el segundo el famoso Viaje al centro de la tierra, sobre la novela homónima de Julio Verne, y el tercero Las seis esposas de Enrique VIII. En los hechos, sin embargo, en la tercera fecha Wakeman reprodujo prácticamente lo escuchado en la primera, con apenas un par de temas del disco prometido y, en cambio. un surtido de otras piezas tomadas principalmente de los discos White Rock y otro viejo clásico: Los mitos y leyendas del Rey Arturo. Resulta curioso que Wakeman se siga centrando en sus tres primeros discos solistas, grabados entre 1973 y 1975 (White Rock es de 1977), haciendo caso omiso de las decenas de otros títulos que más tarde se sumaron a su discografía, cierto es que ninguno de ellos con la repercusión de estos primeros.
Al igual que en su visita anterior, las presentaciones se plantearon con un formato sinfónico: junto a Wakeman y sus músicos subieron al escenario los integrantes de una orquesta de medianas proporciones y una agrupación coral, que sonaron correctos bajo la dirección de Guy Protheroe. Rodeado de sus teclados, Rick Wakeman demostró que sigue manteniendo todas sus dotes como instrumentista, y dejó satisfechos a todos sus fanáticos. Sin embargo, una mirada un poco más fina nos obliga a decir que a diferencia de lo que sucede en un recital de rock tradicional, donde la improvisación forma parte del show e incluso cierto margen de error es disculpable, la pretensión de montar un espectáculo sinfónico debe ser respaldada por el cuidado en los detalles, que por momentos no estuvieron a la altura del desafío.
En el caso del esperado Journey to the Center of the Earth, el comienzo fue tibio. El narrador, Iván Esteche, no logró crear el clima necesario, fundamental para el desarrollo de la obra, y la cantante Florencia Benitez, cuya convocatoria no terminamos de comprender, se mostró desubicada, con una actitud más propia de un show de Violetta que uno de rock sinfónico y una muy dudosa pronunciación del inglés. Tampoco Ashley Holt es hoy día quien supo ser en su hora, pero el vocalista tiene a su favor el hecho de ser un integrante histórico de la troupe de Wakeman, lo cual le dio la legitimidad necesaria.
Con una pierna lesionada, que lo obligó a tocar sentado, el guitarrista Dave Colquhoun fue una de las estrellas del espectáculo, luciéndose en la última fecha en un memorable contrapunto con los teclados, mientras que también el baterista Tony Fernandez demostró sus habilidades, aunque en su caso el sonido de su instrumento estuvo un poco por encima de lo que hubiese sido deseable. Uno de los atractivos de la función correspondiente a Journey, fue la posibilidad de escuchar la obra en totalidad, ya que en el registro original hubo secciones que quedaron fuera, debido a las limitaciones en el tiempo de reproducción del long-play.
En los restantes dos programas, quedaron para el recuerdo una versión de Help y Eleanor Rigby de Los Beatles, y una recreación del mítico Starship Trooper de Yes. Y por más que Holt no haya podido hacernos olvidar de la voz de Ian Anderson, la conclusión es que las tres presentaciones valieron la pena, porque las leyendas están más allá de cualquier detalle, y porque a pesar de los años Rick Wakeman sigue manteniendo toda su magia. Germán A. Serain
Fue el 19, 20 y 21 de octubre de 2014
Teatro Gran Rex
Av. Corrientes 857 – Cap.
(011) 4322-8000
Rick Wakeman’s Place
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