Es visible que Rubén Orsini les da vida a sus marionetas. De algo que seguramente iría a parar a la basura, o quizás rescatándolo de allí, va juntando elementos para armar sus diferentes criaturas. A la manera de un moderno Frankenstein, cada una de ellas tiene una especial y recíproca relación con quien maneja sus innumerables hilos.
En Orsini marionetas el creativo manipulador las viste y les otorga, además, una personalidad que las define. Y al compás de sones especialmente elegidos entablan un diálogo sorprendente donde caben la reflexión, el humor, la ironía y la nostalgia, sin que medie palabra alguna.
El especial universo nos presenta un mono que se mueve graciosamente con la música de El aprendiz de barbero de Charles Chaplin y pide detenerla para poder sentarse al piano e interpretar con sus finas manos la Marcha Turca de Las Ruinas de Atenas de Beethoven. También hay una muñeca que puede tocar Noche de paz -entre otras cosas-, usando el violín o la trompeta y, cada tanto, una corneta.
Puede seguir un rarísimo pero expresivo carilargo que juega y hace magia, mientras se escucha What a wonderful World en la bella versión de Thomas Newman. Entre tanto, suena Beethoven otra vez con su célebre Para Elisa, mezclada con las notas de We are the robots de sus coterráneos pero no coetáneos Kraftwerk.
Así es el universo de Orsini, como sus marionetas, que reflejan este mundo donde todo cabe, alegrías y penurias, que no desdeñan un linyera que introduce profundamente su dedo en la oreja y se sorprende con la suciedad que allí encuentra. Quizás se hayan visto espectáculos de marionetas más efectistas o impactantes, pero Orsini nos trae breves historietas de particular estética, sin pretensiones, cargadas de mensajes, de poesía y de música. Martin Wullich
Se dio hasta diciembre 2013
C. C. de la Cooperación
Av. Corrientes 1543 – Cap.
(011) 4371-9098
Rubén Orsini en Wikipedia
