MUSEO DEL CHISME, de Edgardo Cozarinsky

Anécdotas, historias y chismes insólitos. Muy recomendable

Durante la primera mitad del libro Museo del Chisme, de Edgardo Cozarinsky, construye un interesantísimo ensayo sobre el chisme con todos sus alcances, en tanto generador de otras historias y agregados, en la medida que pasa de boca en boca o que, a partir de lecturas encontradas durante diferentes épocas y lugares recorridos, se suman al imaginario general, creando nuevas verdades.

A partir de la segunda mitad, Edgardo Cozarinsky nos sorprende con una cincuentena de chismes, cuyo origen cita al final de cada historia, sean orales o escritos. Apasionante, curioso y muy entretenido. Martin Wullich

Museo del chisme
Edgardo Cozarinsky
Editorial Emecé
Edgardo Cozarinsky en Wikipedia

Edgardo Cozarinsky (13 de enero de 1939) – Después de una adolescencia pasada en cines de barrio viendo programas dobles de viejos films de Hollywood y leyendo ficción en español, inglés y francés (autores preferidos: Stevenson, Conrad, el Henry James de los cuentos), estudió literatura en la Universidad de Buenos Aires, escribió para revistas de cinéfilos de la Argentina y España y publicó un ensayo temprano sobre James, derivado de una tesis: El laberinto de la apariencia, libro que más tarde suprimió.

Tenía veinte años cuando conoció a Silvina Ocampo, Adolfo Bioy Casares y, a través de ellos, a Borges, escritores que frecuentó durante sus años de vida en Buenos Aires. En 1973 ganó un premio literario, compartido con José Bianco, con un ensayo sobre el chisme como procedimiento narrativo en Proust y James. En 1974 publicó Borges y el cine, libro ampliado en sucesivas ediciones (en España en 1978 y 2002 – Borges y el cinematógrafo -) y numerosas traducciones.

Entre septiembre de 1966 y junio de 1967, volvió a Buenos Aires. Después de una incursión en el periodismo, en las páginas culturales de semanarios como Primera Plana y Panorama, realizó un primer film underground, filmado en fines de semana a lo largo de un año. Sabía que la censura de la época no lo aprobaría y lo llevó a festivales europeos y norteamericanos donde obtuvo repercusión. Ya el título era un desafío: «...» o Puntos suspensivos.

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