“El tiempo es olvido, y es memoria”. Bien a lo Jorge Luis Borges, esta sugerente frase, síntesis hermosa de ideas que se contradicen y a la vez se complementan, cierra la Milonga de Albornoz. Contradicciones que solo Borges era capaz de amalgamar en una sola cosa. Es esa maravillosa y extraña síntesis de su gusto por la milonga con el refinamiento académico más elevado que Borges desplegaba en su poesía lo que sigue cautivando a sus lectores. Para Borges, las historias de compadritos y malevos son materia fascinante.
La Milonga de Albornoz refiere, con esa extraña y pulida sencillez borgeana, los últimos minutos de vida de Alejo Albornoz, cuchillero muerto en su ley, a fines del siglo diecinueve, en el bajo del Retiro. Hay en este tipo de historias un singular hilo común, y es que la sombra de un final trágico se cierne sobre sus protagonistas (Jacinto Chiclana, El general Quiroga va en coche al muere, Milonga del muerto). Sin embargo el personaje que caerá en sus garras parece transmitir un extraño sosiego y una calma resignación ante la inexorabilidad de la hora que alguien -que ya contó los días- sabe de antemano.
La Milonga de Albornoz fue, en 1966, parte de un álbum, 14 con el tango. Este álbum, producido por el mítico Ben Molar, juntó catorce hombres de letras; además de Borges, León Benarós, Leopoldo Marechal, Conrado Nalé Roxlo, Ulises Petit de Murat, por citar algunos. A las letras, se sumaron nombres del mundo del tango: Juan D’Arienzo, José Basso, Astor Piazzola, Aníbal Troilo, Mariano Mores…también por citar algunos. En el álbum, la Milonga de Albornoz tiene música del gran José Basso y la voz de Enrique Dumas; una preciosa versión de una milonga que fue también interpretada en más de una oportunidad en múltiples formatos. A modo de ejemplo, está la versión de Alejandro Dolina en una emisión de La venganza será terrible, y también la del músico brasileño Vítor Ramil.
Los escritores buscan inspiración en cuestiones varias. Por ejemplo, William Somerset Maugham escribió su novela Of Human Bondage (Servidumbre humana) en clave autobiográfica, aunque el personaje principal tiene otro nombre. Hay escritores que escribieron sus memorias, como Frank McCourt en Angela’s Ashes y su secuela, ‘Tis. En el caso de la Milonga de Albornoz, no es que Borges se nutrió de la vida misma para crear un personaje, sino que narró un fragmento de la vida de una persona real
En efecto: en una entrevista hecha a Borges, en los sesenta, por César Fernández Moreno (escritor y poeta argentino, hijo de Baldomero Fernández Moreno) para la publicación Mundo Nuevo, Borges nos da algunos datos sobre la fuente de su inspiración para la Milonga de Albornoz. Transcribimos las palabras textuales de Borges en esa entrevista: “¿La Milonga de Albornoz? Lo único que hice fue cambiar la fecha. A él lo mataron en 1905, y en la calle Santa Fe, una noche. Pero yo me di cuenta que, como la poesía opera un poco con la connotación de las palabras, actualmente la expresión calle Santa Fe ha perdido todo valor (…) En cambio, yo puse esta milonga en una esquina al sur. Aunque Alejo Albornoz era un hombre del norte, del barrio del Retiro. Pero sé que lo atacaron, lo mataron entre muchos, y que él se defendió. Yo puse ‘en una esquina del sur’ porque actualmente la palabra ‘sur’ da el ambiente que tendría por aquellos años la calle Santa Fe. Que es lo que pasa en los versos de Carriego: que la palabra Palermo ahora debilita. ¿O no?”.
Alejo Albornoz vivió y murió hace muchos años; Borges supo de su existencia, y se valió de ella para dejarnos esta hermosa milonga. Pero lo fascinante de todo esto es poder, en cierto modo, dar fe de que Jorge Luis Borges no nos ha defraudado, puesto que quien escribe estas líneas tiene amistad con descendientes directos de Alejo, que viven en Buenos Aires. Los avatares de la vida, no obstante, hicieron que el tiempo casi difuminara su lejano recuerdo. Borges no revela en esa entrevista cómo llegó a sus oídos la historia de Alejo Albornoz. Jorge y Florencia, su bisnieto y tataranieta respectivamente, solo conocen por transmisión familiar estos datos fácticos de un ancestro cuya historia anda hoy en una milonga y, como reza el verso final, hubiera quedado en el olvido más absoluto de no haber Borges rescatado su historia y su trágico final. Viviana Aubele
Jorge Luis Borges dice la Milonga de Albornoz
Comentarios