Un texto atrapante y misterioso no exento de hermetismo –Alejandro Tantanián-, dos destacadas actuaciones –Natacha Codromaz y Gerardo Otero– en la piel de los desventurados personajes que esconden secretos inconfesables, estupenda ambientación sonora –Fernando Tabaylain– y protagónica iluminación –Javier Casielles– que deja entrever lo que no debería verse, con imágenes de hechizante belleza o de sangrienta repugnancia, generan la abrumadora atmósfera del inusual relato.
Con inteligentes recursos dramatúrgicos, precisa dirección y marcación de tiempos y momentos, Gerardo Begérez ha logrado una cautivante puesta en escena, con sugestivo manejo de los hilos de la historia, transmitiendo el miedo y la fascinación morbosa de sus personajes. Es notable la estética lograda en el espacio de la sala, con el vidriado fondo que permite ver el exterior, la escalera, las velas reflejadas en los espejos y la ascética escenografía. Las imágenes llegan al espectador con creciente suspenso.
En La tercera parte del mar hay un crimen, hay historias que se mezclan, personajes trastornados, nada volverá a ser lo que era y siempre habrá un reiterado relato para contar, cuando cae la noche. Hay que estar atento y permeable durante la exacta hora de duración del drama que tiene al mar como fondo. Esa tercera parte que se presenta en diferentes etapas y estratos de la vida. Ese misterio insondable, que llega y conmociona. Martin Wullich
Se dio hasta el 2 de agosto de 2009
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