JUGUEMOS EN EL BOSQUE, naturaleza y humanidad

La extinción y la lucha ecológica puestas en relieve

Tres artistas cuyas obras tienen como eje la naturaleza y el mundo animal se han reunido en Juguemos en el bosque. En la muestra podremos observar la Abstracción salvaje o la Invocación mágica de Agustina Mazzocco, los Mundos en común o el Pájaro con dormitorio de Mirella Musri y los retratos de animales como Pájaros, una langosta o una larva de Federico Porfiri.

Los tres artistas han apostado por el aspecto lúdico de sus creaciones y sus pinceles han pintado paisajes elocuentes como los de Musri, donde un líder es seguido por figuras animalizadas. Aquí estaríamos ante el concepto negativo del animal, que es el que sigue la manada. Pero en Musri, más allá de este líder que obnubila a la población y la mantiene bajo un hechizo, también encontramos un mundo donde la naturaleza reclama su lugar, donde los animales  luchan por permanecer vivos, ya que la extinción de las especies es una realidad innegable. En esta dirección va la obra Ganar o extinguirse, donde los ejemplares de dos especies juegan una partida de ajedrez. ¿Será para definir quién seguirá con vida?

En las pinturas de Mazzocco reina más bien el caos en el buen sentido. Un estallido de color y de formas diversas, de líneas que parecen descontroladas pero delimitan figuras, se muestra enérgicamente como si abriésemos una caja de Pandora, pero en vez de contener los males del mundo, contiene aquello que nos salvará (la protección de nuestro medio ambiente).

En Porfiri -en oposición a los cuadros de Mazzocco- reina el orden. Aunque hay un aparente desorden en el collage Pájaros, el espacio está calculado casi de forma obsesiva, con un horror vacui que contempla que todas las figuras encuentren un lugar preciso. Y en los cuadros de la langosta y la larva, la composición geométrica es la que organiza el espacio. Los pájaros, menos amenazantes que los de Hitchcock, parecen -al igual que los de la película- querer invadir el ambiente, pero quedan contenidos por el vidrio y nos observan, con la certeza de que ellos son mucho más sabios.

La curadora, Majo Bermúdez, nos invita a sumergirnos en este bosque: el lobo es su habitante natural, es peligroso y evoca un salvajismo sin límite, hasta nos podría devorar. Como no estamos en presencia de dicho lobo (la canción dice que juguemos en el bosque mientras él no está), los artistas han podido soltarse y crear libremente. El peor lobo es el hombre, después de todo. Y en este sentido, el líder de las pinturas de Musri sería el lobo mayor.

Por ello, Juguemos en el bosque sugiere una reflexión sobre los problemas ecológicos y sociales que requieren una solución inmediata. En definitiva, podremos preguntarnos si el humano no es la peor bestia, más peligroso que las fieras encerradas en un zoológico. Lo salvaje aparece aquí contrastado con lo civilizado y se cuestiona el significado de cada una de estas palabras. ¿Seremos civilizadas las personas como pretendemos ser? ¿O ganará un salvajismo, en este caso no animal, sino estrictamente humano?

“La muestra tiene una mirada infantil sobre temas adultos”, sostiene Porfiri. Y es que el abordaje de las figuras se asemeja a la ilustración de un libro para chicos, si bien el contenido velado no se corresponde con un entorno de niños. Este cuestionamiento de los valores, este rescate de lo animal y el juego con el doble sentido de ser animal, de ser salvaje, es lo más interesante que nos ofrece este trabajo de artistas que hace tiempo vienen indagando las formas de la naturaleza.

Prolongar la existencia de un mundo que amenaza con extinguirse, en el lienzo, ya es todo un logro. Finalmente, el humano también podrá extinguirse, aunque sus pinturas quedarán. Milly Vázquez

Se exhibió hasta 17 de abril 2019
Icana Whitehall

Maipú 672 – Cap.
0800-345-5006
icana.org.ar

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