“Gerard Edery es un mago de la música”, dijo el Jerusalem Post sobre este cantante y guitarrista nacido en la legendaria Casablanca, en Marruecos, de padre judeobereber y madre sefardí y con formación musical y lírica en la Manhattan School of Music. Con un cálido registro de barítono -ha participado en una treintena de roles en funciones operísticas- Edery retoma la riqueza de su cultura de origen y la presenta en sus conciertos. Instalado en Polonia desde hace algún tiempo, Edery y su ensamble dieron un hermoso concierto en la White Stork Synagogue de Breslavia, Polonia, un templo que sobrevivió a la Shoah.
Por momentos acompañado del violín, rebab o saz de Karolina Matuszkiewicz y también de su dulce voz, Edery repasó un rico repertorio mayormente en ladino (también llamado judeoespañol) y en hebreo, o en ambos idiomas en la misma canción, por ejemplo en Morena me llaman. El concierto abrió con Kochav Tzedek, una canción marroquí en honor al patriarca Abraham.
Luego el ensamble interpretó Pesach a la mano, un tema en judeoespañol que recuerda dos festividades de la comunidad judía: Pésaj y Purim. La influencia judeoespañola estuvo presente en varios temas del concierto, como por ejemplo Los gayos, Morena me llaman, Ay mancebo, A la una yo nací.
Tres hermanicas trata de un padre que castiga de manera ejemplar a una de sus tres hijas por haber entregado la virtud: encerró a la desvergonzada antes de permitir que otro varón vuelva a deshonrarla. Edery confiesa que prefirió ponerle algo de groove de Cabo Verde para matizar el tono severo de la canción.
Se acodran de los hijikos es una melodía de la comunidad sefardí en Salónica, que durante el Holocausto fue diezmada casi en su totalidad; para esta canción, Piotr Kopietz, que en gran parte del concierto ejecutó el acordeón, acompañó con bandoneón. El percusionista iraní Arad Emamgholi brilló con un solo de daf en La comida la manyana, una canción originaria de los Balcanes.
Shalom L’ven Dodi es una canción marroquí que se suele entonar en las bodas y bar mitzvás, y Eliyahu, canción turca, es un llamado para que el profeta Elías sea recibido en los hogares judíos. Es que sea el idioma en que se cante, hebreo o ladino, la música sefaradí se siente en la piel, incluso en la de los gentiles que tienen a Israel en gran estima.
¡Cómo no emocionarse con Fiestaremos, la letra propia de los sefardíes para el HaTikva, la canción patria de Israel! Este tema fue uno de los dos bises al final de este hermoso concierto. El otro tema fue Hija mia mi querida, canción de Turquía, donde volvió a lucirse Emamgholi con un solo de percusión.
La abundancia de la música sefardí parece ser infinita como el Dios que hizo posible el mundo: en sus sones conviven, cual crisol, sones provenientes de tierras tan dispares como los Balcanes, Turquía o Marruecos. Una riqueza variopinta y sin embargo un mismo sentir que se fusionan en las gargantas y los instrumentos de los b’nei Ysrael, los hijos de Israel. Viviana Aubele
Sitio web de Gerard Edery
El ensamble está integrado por Gerard Edery (voz, guitar, saz), Karolina Matuszkiewicz (violín, rebab, suka, voz), Piotr Kopietz (acordeón, bandoneón) y Arad Emamgholi (percusión)
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