No queda claro si los protagonistas de este espectáculo son músicos que decidieron dar rienda suelta a sus cuerpos, o bailarines que de tanto ponerle el cuerpo a la música se animaron a ocupar también el lugar del músico. Pero por una vez la indefinición es positiva. Porque el buen bailarín debe llevar la música adentro suyo, y lo mismo sucede en definitiva con el buen músico.
El nuevo espectáculo de los hermanos Koki y Pajarín Saavedra, acompañados por la Compañía Nuevo Arte Nativo, demuestra que han decidido llevar los ritmos nuestros, como la chacarera, la zamba, la chaya o la vidala, a una dimensión de expresión alternativa donde la sutileza del gesto mínimo, sencilla pero cuidada, elegante pero auténtica, es la principal protagonista. Por momentos, un movimiento pausado, casi detenido, permite descubrir esa pose que se constituye en la raíz de una tradición. En otros pasajes, el cuerpo de danza a pleno, confundiéndose con los músicos, hace que al público le resulte imposible quedarse quieto en sus asientos. Y a la fuerza de una música sonando a pleno, sigue de repente la delicadeza de una melodía apenas insinuada a través de un cajón, de un bombo, de unas campanitas o de un poema.
En este espectáculo, la danza, la percusión, la música y el canto confluyen sobre un mismo escenario para representar -al decir de sus protagonistas- “una especie de pócima transformadora para producir belleza”. Párrafo aparte merecen los invitados que han sido convocados para hacer aun más amplia esta propuesta, que en la primera función fueron los talentosos Juan Quintero y Luna Monti, muy aplaudidos por el público, y en la segunda función promete a Peteco Carabajal.
La otra gran novedad es la incorporación de músicas ajenas por completo al folclore, que sorpresivamente proponen una puesta coreográfica sobre música de Miles Davis, que tal vez descolocó un poco a los asistentes. Si bien vemos con muy buenos ojos la inclinación a una apertura que coloque el arte más allá de los géneros, la realidad es que los integrantes de la Compañía Nuevo Arte Nativo se sienten evidentemente mucho más cómodos con nuestros propios ritmos que con los códigos de la danza contemporánea. Por otra parte, el verdadero fuerte del espectáculo es la imbricación de la danza y la música, realizadas ambas en vivo, y por supuesto Miles Davis necesariamente tuvo que escucharse grabado, sin músicos sobre el escenario.
Enhorabuena que el arte nativo, la música y las danzas folclóricas de nuestro país, tengan representantes de tan alto nivel. Y vale la pena apreciar esta labor, porque nosotros también somos parte de esta tribu y es reconfortante y necesario tener este clase de espejos, en los cuales vernos reflejados. Germán A. Serain
Fue el 27 de octubre de 2012
Teatro SHA
Sarmiento 2255 – Cap.
(011) 4953-2914
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