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La puesta en escena de Diego del Río se vale de flexible adaptabilidad para narrar tres décadas, como lo propone la pieza original Gruesome playground injuries de Rajiv Joseph, dramaturgo estadounidense y finalista del Premio Pulitzer en 2010.
Destreza y sencillez imprimieron una escisión tripartita en el escenario: dos closets, que marcan la dicotomía entre los géneros, y un espacio lúdico que procura conciliar a ambos. Aquí es donde se encuentran siempre Karina (Ludwika Paleta) y Diego (Osvaldo Benavides), que encarnan –y se ven atravesados por- el dolor, que se presenta tanto físico como emocional. Producto de la economía de la escenografía (a cargo de Jorge Ballina), se logra una multifuncionalidad que da vida a una enfermería de una escuela primaria, una casa velatoria, una terapia intensiva, un psiquiátrico, y otros tantos lugares cargados de una pulsión tanática que coquetea con el humor inherente a la obra. Algunos escenarios escapan a esta oscuridad, pero aun así evocan momentos trágicos: la recámara de Karina se ve aturdida por su inocencia de adolescente y el dolor que le representa un traumático episodio.
Se destaca el acompañamiento de música en vivo, con distintos instrumentos ejecutados por Iker Madrid y Silvia Siu, quienes sostienen las emociones de ambos personajes y marcan su cercanía y distanciamientos. El vestuario de los personajes, dialécticamente amalgamados con el de los músicos, también apela a la economía como recurso. En predominantes tonos negros y blancos, todos guardan un patrón común: la presencia del rojo que se tiñe de pasión, dolor, sangre, pues la visceralidad es un hilo conductor a lo largo de toda la obra. Esa visceralidad no teme confundirse con muchos elementos que pueden generar aprensión en cualquier espectador, al explicitarse la carne y la organicidad de los cuerpos, regidos por una reiterada y autodestructiva conducta.
Será solo en el final que Karina y Diego se reencuentran en una pista de patinaje sobre hielo para cerrar las cicatrices y aplacar otras marcas de sus 38 años de edad. Allí, finalmente, su frágil madurez se hibrida con su infancia, tejida por trepadoras y hamacas, que fueron el germen y desarrollo de su accidentada relación. Martín Quiroga Barrera Oro
Fue el 7 de julio de 2016
Teatro Diana
Av. 16 de septiembre 710, Centro
Guadalajara, Jalisco, México
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