Andrea Chénier (ópera en cuatro actos) – Música: Umberto Giordano – Libreto: Luigi Illica – Intérpretes: Sonya Yoncheva, Piotr Beczała, Igor Golovatenko – Producción: Nicolas Joël – Escenografía y Vestuario: Hubert Monloup – Iluminación: Duane Schuler – Director: Daniele Rustioni
La escuela literaria italiana identificada como verista se caracteriza, principalmente, por la ambientación de las obras en épocas contemporáneas y en escenarios de carácter popular —entornos rurales o bajos fondos urbanos—, así como por la construcción de personajes abordados con el mayor realismo posible, lejos de toda idealización y con pasiones expuestas de manera exacerbada. Este movimiento surgió como reacción al romanticismo y a la Grand Opéra, cuyos temas de índole histórica o mitológica comenzaban a resultar lejanos para un público que demandaba un vínculo más directo con la realidad.
La Metropolitan Opera House ha programado para la temporada 2025–2026 una versión ideal de Andrea Chénier, y el público de Buenos Aires vuelve a agradecer a la tesonera Pupi Sebastiani y a su imbatible equipo la continuidad, a lo largo de los años, de este valioso ciclo, ahora presentado en el auditorio de la Fundación Beethoven.
Luigi Illica (1857–1919) —uno de los libretistas de Tosca, La Bohème y Madama Butterfly— escribió Andrea Chénier basándose libremente en la vida del poeta francés André Chénier, ejecutado durante el período del Terror, apenas tres días antes de Robespierre, por supuestos crímenes contra el Estado. El argumento es íntegramente suyo, aunque se documentó extensamente sobre la vida y la obra del protagonista, incorporando algunos hechos verídicos para la construcción de una ficción dramática. Varias arias y dúos insertos en momentos clave de la trama son, en efecto, poemas de Chénier traducidos al italiano.
El primer acto, situado en los prolegómenos de la Revolución, expone la hipocresía imperante entre la nobleza francesa de la época, que dilapida recursos inexistentes en fastuosas fiestas, mientras el malestar popular crece hasta volverse insostenible.
La versión de Nicolas Joël reflejó felizmente los acontecimientos de manera realista y con rigor histórico. La cuidada escenografía reproduce con minucioso detalle la fiesta cortesana del primer acto, ambientada en 1789. El segundo, situado en 1794, en pleno apogeo del Reino del Terror, transcurre en una suerte de bar sumido en penumbras. El tercero, algunos meses después, se desarrolla en la Corte del Tribunal, mientras que el cuarto tiene lugar en la prisión de Saint-Lazare.
El director italiano Daniele Rustioni, profundo conocedor de la obra, descolló en el manejo estilístico y en la atención a los detalles de la rica orquestación de Umberto Giordano. Poco nuevo puede decirse de los protagonistas, salvo destacar la muy notable maduración de Piotr Beczała para abordar el rol titular. Junto a Sonya Yoncheva, con quien ha compartido escenario en numerosas oportunidades, conforman una dupla de una química excepcional. Mención aparte merece el gran barítono Igor Golovatenko, en uno de los roles psicológicamente más complejos del repertorio lírico: Carlo Gérard.
La deliciosa Siphokazi Molteno compuso una entrañable Bersi. El despreciable espía Incredibile fue encarnado con notable solvencia vocal y actoral por Brenton Ryan. La mezzo Nancy Fabiola Herrera —una de nuestras recientes Salomé— ofreció una distinguida Condesa de Coigny. Inolvidable resultó Olesya Petrova en su única aparición como Madelon, la abuela ciega que entrega a su nieto, único sobreviviente, para luchar por la causa.
Esta versión de Andrea Chénier constituye una experiencia inolvidable, que recomendamos no dejar pasar cuando regrese a esta sala. Estela Telerman
Fue el 13 de diciembre de 2025
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I puritani (Bellini)









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