EL LUGAR EN EL QUE NACEN LOS RÍOS, de Pedro Patzer

Con su poesía generosa, el autor nos abre su corazón y se confiesa en cada línea

«La manipulación permite que la gente defienda a los villanos». Lo que buscábamos en Internet era una ilustración para incluir en la portada de esta reseña de El lugar en el que nacen los ríos. Pero lo primero que encontramos de Pedro Patzer fue esta frase, acompañando una foto suya. Probablemente la frase ilustre más que cualquier fotografía. Un pensamiento dice a veces más que mil imágenes. Por eso quisimos comenzar esta reseña con este rescate.

Pedro Patzer es licenciado en artes audiovisuales egresado de la UNA y guionista del ISER, donde también ejerce la docencia. Un currículum formal y detallado no podría dejar de destacar su labor como guionista en radio. Aunque seguramente dejaría de lado algunos datos fundamentales, como que a los catorce años unos curas de Bernal lo echaron de la escuela… (intuimos que quizás a Pedro le agrade que completemos esta frase con un «…gracias a Dios»). De estos colores están hechas las personas. En especial los poetas.

Porque Pedro Patzer es poeta. Y su más reciente libro, El lugar en el que nacen los ríos, según él mismo lo ha descripto, «es una reivindicación al origen, a la fuente, al lugar en el que la libertad interior le gana a la sociedad de consumo; al momento en el que un hombre o una mujer caen en la cuenta de que aquello que decía Martin Luther King es ley de vida: «Aunque supiera que mañana el mundo se ha de desintegrar, igual plantaría mi manzano».

Leamos:

Este mundo nos ha enseñado a asistir, todos los días,
a una guerra que nunca fue nuestra;
a salar la herida de la humanidad sin preguntarnos por qué,
a tratar al día como un accidente, al árbol como un forastero,
al prójimo como un intruso;
y fuimos creyendo que solo éramos polizones del día,
que no éramos parte del árbol,
que no empezábamos en el prójimo.
Dejamos que los vientos se fueran,
sin que nos enseñaran cómo regresar a casa:
¡Pero los vientos no tienen casa!,
podría cuestionar algún incrédulo,
sin dudar si él ha estado alguna vez en su casa;
y por más que muestre escrituras,
boletos de compras y planos certificados,
jamás comprenderá que casa es eso que habitamos
cuando cerramos los ojos,
eso que nadie podrá robarnos
aquello que no podrán callar,
ni en nuestros más hondos silencios.

Existen diferentes clases de poesía. Las hay románticas, las hay empalagosas, las hay crípticas, las hay plagadas de simbolismos. Pedro Patzer elige vestir sus versos a un mismo tiempo con belleza y con una claridad de concepto absoluta. Que no haya dudas respecto de lo que está buscando transmitir como mensaje. Que no haya dudas en cuanto a la condición comprometidamente humana de sus palabras, ni tampoco en cuanto a su carácter crítico. En su empeño por hacernos ver realidades que tal vez resultaría más confortable mantener ocultas, también se ocupa de ejercer docencia.

Hemos dicho que de ver se trata. Y esto también cobra sentido en El lugar en el que nacen los ríos, con un trabajo de ilustración y diseño cuidadosamente elaborado, en cuyo marco las palabras se combinan sabiamente con la producción gráfica de Rubén Francisco Iacono. La estética visual forma parte de la lección: «Si a todos los niños les enseñáramos / a dibujar árboles, / el mundo de mañana / carecería de desiertos», nos dice.

El lenguaje por momentos parece debatirse entre el verso y la prosa poética, se solaza en un ostinato, juega a armar estructuras con las palabras construyendo formas. Las preguntas inquieren al lector; lo interpelan de una manera amable, pero definitiva: «¿Qué pensará la aurora de quienes no la esperan, / de los indiferentes que se hacen el nudo de la corbata / luego de tantos condenados a la horca?»

Padro Patzer nos abre su corazón y se confiesa con nosotros en cada línea. Su poesía es generosa porque es una forma de la entrega. El poeta es alguien que sabe que cuando el pan de la memoria se reparte en las mesas del futuro, o cuando la palabra de los justos despierta la otra sed, cuando la mirada amorosa contempla a los invisibles, nace un río. Y porque realmente lo sabe, nos lo enseña.  

Me fui de tantos lugares
buscando esa misteriosa morada
que era ser yo mismo,
me fui de tantos rostros,
tantos cuerpos, tantos nombres,
tantas tardes, tantas noches,
tantas calles, tantos desiertos,
he dejado atrás tantas voces,
y tantos silencios,
que todo se ha vuelto música,
y curiosamente, cada vez que me fui,
no me llené de nostalgia, sino de mañana;
la presencia consiste en sembrar
la propia ausencia en lugares que ya no son nuestros.
¡Las lágrimas de los libres se vuelven alas!

El lugar en el que nacen los ríos
Pedro Patzer
88 páginas
Editorial Lenguamadre
Ed. Lenguamadre en Instagram

Pedro Patzer (Quilmes, Argentina, 1976): Estudió letras en la UBA. Guionista recibido en el ISER, dicta allí clases de Guión de radio. Se desempeña como productor de contenidos en Radio Nacional Folclórica desde 2003. Fue distinguido con el 3º Premio Nacional 2014 (rubro Guión de radio y TV), con el galardón Santa Clara de Asís y con siete premios Argentores por escritura en radio. Tiene publicados otros tres libros: Aguafuertes provincianas (Editorial Corregidor, 2013), Artefactos de mar (2000) y Efectos secundarios (Anaya, España). Su primera obra de teatro, Epígrafes, fue ganadora del concurso de dramaturgia del ciclo Teatro x la Identidad, de las Abuelas de Plaza de Mayo. Parte de su trabajo puede verse en su blog personal.

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