Nacido en Pehuajó, Walter Hidalgo es de formación ecléctica, compone, escribe y hace arreglos. Con su bandoneón, su voz y tres músicos que lo acompañan asume el riesgo, tan placentero, de desnudarse en el escenario, de dejar fluir su voz, uniéndose con la del corazón de su instrumento. El repertorio, de neto corte popular, incluye tangos, milongas, candombe y hasta algún blues, sin dejar de lado el humor. Lo acompañan Leonardo Andersen en guitarra, Jerónimo Peña en percusión, Juan Frachi en contrabajo y Valentina Del Canto en violoncello.
Walter es un cantor de barrio, de vereda, de patio. Parafraseando a Juan Vatuone, “…sale a la mañana con un fuentón lleno de agua y de palabras y las va lavando de a una, las enjuaga y las cuelga al fresquito…”. Es un músico que tiene expresividad y arrojo, y deja entrever un mundo propio que incluye tanto el disfrute como la tristeza, la nostalgia, la melancolía.
Qué buen nombre –Desnudez– para su disco. ¿Es que estar desnudo es ser transparente? ¿Será que el escenario es uno de los mejores lugares para desnudarse? ¿Será qué todos los artistas nos animamos a permanecer realmente desnudos -valga aclarar que en el sentido metafórico- cuando compartimos nuestro arte? Dice Hidalgo: “Es un disco grabado en dos meses, muy imperfecto, pero vivo. En él aparecieron las dos primeras canciones más lindas que compuse hasta ahora, Agüita fresca y Desnudez.” Y evoca a Rubén Juárez: “Aprendí mucho de él. Antes tocar el bandoneón y cantar al mismo tiempo no parecía algo posible. Él nos enseñó que el canto viene de la música. No creo mucho en las especialidades: la música es el todo y el canto está dentro”.
En una oportunidad fue tocar a La Rioja y comenta que cuando llegó el momento de la cena le tocó sentarse al lado de dos viejitas chayeras… “eran muy hermosas, debían tener setenta y pico de años, y yo me mataba por explicarles lo que significa la música para mí, cuando una me lo resumió en una frase genial: “Mire mocito, nosotros curamos de a muchos, de una sola vez curamos a todos los que nos están escuchando”. Eso tiene una simbología impresionante. Yo trato de que la música pase por mi cuerpo. La pienso hermosa, amable, amorosa”.
Es lindo escuchar a Walter Hidalgo, como lindo es descubrir artistas que parecieran esperar escondidos detrás de algún farolito de Buenos Aires. Es interesante entrar en el mundo que nos propone, por lo auténtico, lo crudo, lo porteño. “Toda persona que hace su trabajo con amor y es honesto es un artista. En cuanto a hacer canciones, en mi caso ellas ya están como hechas y nacen enteras, después de ciertas situaciones emocionales. Las canciones que vienen con letra bajan listas, casi con una música implícita”.
Pero asegura que Desnudez es una canción en la que no se da esa regla. Hizo la música para un poeta que le iba a poner letra y no se dio. Dos meses después, al llegar a casa, ve una chica que trabaja vendiendo su cuerpo, con la cual suele hablar. “Hacía mucho que no la veía, y la vi triste, cansada. Me quedé con esa imagen y con la primera frase: “frugal, dulce y sentimental lleva la noche pintada en la cara, cansada de amar”. Luego escribí la letra de un tirón, pero no le encontraba música, hasta que me choqué con la partitura que había escrito anteriormente y eran siamesas. Yo no estoy buscando canciones. Ellas salen a mi encuentro”. Grisel Bercovich
Fue el 22 de mayo de 2015
Pista Urbana
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