Todos los años, el Grupo Ars nos sorprende con una nueva reunión en Buenos Aires de algunos de los mejores bailarines del mundo. Dentro del grupo de convocados, no faltan los representantes de nuestros elencos locales, ni los artistas argentinos que se destacan en el exterior. La propuesta incluye un recorrido por coreografías de algunos autores no demasiado conocidos en nuestro país, sumadas a clásicos del repertorio, en una cita ineludible para todo balletómano.
Este año, el énfasis estuvo puesto en la danza pura, casi con total prescindencia de algún aditamento escenográfico; acertada elección, que pone en primerísimo plano la importancia de contar con impares intérpretes. En esa línea se inscriben Maria Eichwald y Friedemann Vogel, quienes fueron la revelación de la noche. La bailarina, oriunda de Kazakstan, fue hasta hace poco primera bailarina del Ballet de Stuttgart, al cual pertenece Vogel desde 1998. Una rara combinación de fragilidad y exactitud se conjuga en Eichwald, que brindó una inolvidable actuación como Giselle en el pas de deux del segundo acto del ballet homónimo.
Vogel, por su parte, intepretó Mopey, un electrizante solo de Marco Goecke sobre música de Bach (el Concierto para violonchelo en La menor), una verdadera clase maestra sobre cómo controlar un aparente descontrol corporal, donde brazos y piernas parecen actuar por sí solos, siempre con un toque de humor y fuerte personalidad.
También hubo lugar para el placentero reencuentro con argentinos que bailan por el mundo. Fue impactante la calidad de Ana Sofía Scheller, que actualmente integra las huestes del balanchiniano New York City Ballet. La bailarina, de estilizada línea, hizo gala de gran seguridad en el pas de deux de El corsario, aprovechando sus naturales condiciones para eternizar sus equilibrios, planear sus piruetas y detenerse en sutiles detalles. En el dúo Temporary conflict, de la sudafricana Andrea Schermoly, en cambio, mostró su ductilidad para afrontar las exigencias de la contemporaneidad. Junto a ella, Nicolai Gorodiskii aportó ímpetu y espectacularidad.
Luciana Paris, del American Ballet Theatre, bailó junto a Cory Stearns, del mismo elenco, el pas de deux de El cascanueces, con elegancia y precisión; y luego With a chance of rain, de toque neoclásico. La reedición de 101 steps, bailado por Yoshi Suzuki (Sao Paulo Companhia de Dança), fue todo un acierto; como también lo fue la inclusión de la desopilante versión de La muerte del cisne por Raffaele Morra, de Les Ballets Trockadero, con incesante lluvia de plumas cayendo de su tutú.
El equipo local estuvo integrado por Aldana Percivati y Esteban Schenone (Ballet del Teatro Argentino de La Plata), que abrieron con La sylphide. Nadia Muzyca y Federico Fernández, del Teatro Colón, tuvieron muy buen desempeño en La esmeralda, sobre todo el bailarín, de limpios saltos y giros y buena labor de partenaire. El Ballet del San Martín ofreció dos números de Estaciones porteñas de su director Mauricio Wainrot, donde se destacaron Victoria Balanza y Gerardo Marturano en el siempre impactante Escualo.
Cerró la excelente São Paulo Companhia de Dança, con una joyita de Jiri Kylián: Sechs tanze, música de Mozart, e increíble actuación de nueve bailarines de empolvadas pelucas e importantes miriñaques que, entre pompas de jabón, pusieron punto final a esta magnífica y esperada V Gala Internacional de Ballet de Buenos Aires. Patricia Casañas
Fue el 21 de agosto de 2015
Teatro Coliseo
M. T. de Alvear 1125 – Cap.
(011) 4816-3789
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