Actúan: Mario Baldessari, Christopher Herring, Jenna Lawrence, Emily Levey, Karen Novack, Noah Schaefer, Jon Townson – Escenografía: Mathhew J. Keenan – Iluminación: Dan Martin – Vestuario: Liz Gossens – Sonido: Madeline Clamp – Autor: Paul Slade Smith – Director: Ray Ficca
Si hay algo que la creciente ciudad de Washington D.C. está precisando es, justamente, más espacios como Keegan Theatre. En un edificio histórico y totalmente renovado en su interior con el ladrillo y la madera como protagonistas, este encantador teatro de la calle Church da una acogedora bienvenida y permite sumergirse en producciones locales como Unnecesary Farce.
Pese a que esta pieza teatral transcurre en la actualidad, el guión de Paul Slade Smith es un culto al anacronismo. Sin una apuesta con sello propio, este cuasi sainete aggiornado evoca a muchas comedias televisivas de la primera mitad del siglo XX, plagada de portazos, enredos de sábanas y, sobre todo, de intencionales torpezas que, por su previsibilidad, incitan a cualquier respuesta menos la risa. Sin embargo, todo esto se ve sopesado por la dirección de Ray Fiacca y su elenco.
Todos los actores en escena logran una jocosa interpretación de los personajes que se encuentran presos de una tensión entre sus deseos y obligaciones, sus aspiraciones pero limitadas capacidades, conduciéndolos a la ridiculización de las voces de la autoridad: un alcalde, oficiales de policía, agentes de seguridad y hasta un sicario escocés que, antes de ejecutar un crimen, precisa tocar impetuosamente su gaita frente a la víctima.
Particularmente se destaca a Noah Schaefer quien, en el rol del policía Eric, despliega sobre el escenario una gran versatilidad para encarnar a un celoso e hiperbólicamente viril novio o un criminal con impostado acento escocés. Christopher Herring y Jon Townson, en los respectivos papeles de Agent Frank y Todd, logran un delicado balance: el emergente arrepentimiento o incertidumbre que ataca a sus personajes los despoja de toda iracunda pasión y expone su pueril temor. Estas contradicciones se acentúan en el agente policial Billie (de dudosa inteligencia) a cargo de Jenna Lawrence, quien protagoniza el punto superlativo de la obra: tras un extenso relato dicho por el futuro autor de su asesinato, este le quita la mordaza para que pueda traducir, en un aceleradísimo acento americano y sin tomar una bocanada de aire, casi dos minutos de un texto pronunciado en un incomprensible acento de la Escocia bucólica. Lawrence deja extasiado al público.
La iluminación de Dan Martin acompaña a la escenografía de Matthew J. Keenan: sin gran despliegue ni giros creativos, representa fielmente dos habitaciones interconectadas de un motel de algún pueblo en la inmensa extensión de los Estados Unidos. Martín Quiroga Barrera Oro
Hasta el 10 de febrero de 2018
Keegan Theatre
1742 Church St NW – Washington, DC
(+1-202) 265-3767
keegantheatre.com
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