Todo tendría sentido si no existiera la muerte – Actúan: Maruja Bustamante, Flor Dyszel, Bruno Giganti, Agustín Rittano, Juana Rozas, Lorena Vega – Vestuario: Cecilia Bello Godoy, Johanna Bresque – Escenografía: Oria Puppo – Iluminación: Matías Sendón – Música: Ian Shifres – Coreografía: Jazmin Titunik – Autor y Director: Mariano Tenconi Blanco
Un comedor de los años 80, pleno de detalles y muy iluminado, sorprende al entrar a la sala. La encantadora ficción Todo tendría sentido si no existiera la muerte cobra vida por casi tres horas, lo que podría amedrentar a más de un espectador.
Sin embargo, el texto divertido, costumbrista e irónico de Mariano Tenconi Blanco, con variados matices y trasfondos generará reflexiones y entretenimiento. El chispeante ambiente, perturbado por realidades del destino, se divide en dos partes con un intervalo de diez minutos.
En un pueblo del interior, una reservada docente -madre de una adolescente- enfrenta de manera singular una enfermedad terminal. Como cinéfila que es, tiene un último y alocado deseo, y llama a un popular actor de films porno para hacer su propia creación.
La inusual comedia entrelaza la desesperanza, el dolor, la pérdida, el despertar sexual, la necesidad de verdades y la aceptación de la realidad. Un magistral reparto hace en su mayoría un trabajo convincente. Maruja Bustamante, admirable, de gran expresión corporal y vocal, corporiza una joven de carácter. Mal hablada, drogadicta y alcohólica, se convierte en poco tiempo en cómplice de la protagonista.
Lorena Vega, en la piel de la maestra, ve cómo en poco tiempo la vida se escapa de sus manos. Es una interpretación muy cuidada con variaciones interesantes en voz y actitudes. Pasa de una reservada mujer a una desenfrenada amante para luego bajar la intensidad y convertirse en una paciente terminal.
Flor Dyszel, como su hermana, es estupenda, y aporta los momentos más divertidoscon su negatividad, torpeza e ingenuidad. Agustín Rittano es excelente en su interpretación de actor porno. Pletórico de naturalidad en los momentos más dramáticos y con total desfachatez en los momentos más picantes.
Juana Rozas se maneja muy espontánea, y es sólido trabajo de Bruno Giganti, como su novio torpe y tímido. Hay buena dinámica pese a las reiteradas y monótonas transiciones en completa oscuridad. El cuidado y representativo vestuario de Cecilia Bello Godoy y Johanna Bresque acentúa las personalidades expuestas.
Encontrar un sentido al paso por la vida, dejar una enseñanza, cumplir con los deseos postergados, descubrir el goce y enfrentar responsabilidades, todo esto encierra Todo tendría sentido si no existiera la muerte. Tampoco desdeña escenas sexuales casi explícitas con total desparpajo, en insólitos y originales momentos que despiertan algarabía. Esta comedia dramática combina sabiamente pinceladas de grotesco, sensibilidad y surrealismo. Cristian A. Domínguez
Se dio hasta fin 2019
Teatro Metropolitan
Av. Corrientes 1343 – Cap.
(011) 5236-3000
metropolitansura.com.ar
Esta reseña se hizo en el Teatro Payró
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