Si hay una obra de música clásica que nunca debe faltar en el repertorio de ningún concierto que se precie, ésa es la novena sinfonía de Beethoven, o la Coral. Es “la Novena”: ni hace falta aclarar de qué se trata. Compuesta en 1824, unos años de la muerte de su autor, es una de las obras que con más frecuencia se ha llevado a los escenarios y la que más emociones genera en los oídos y en el alma de quienes la disfrutan. Y cualquier ocasión parece ser buena para interpretarla, en este caso con la dirección de Carlos Vieu.
En este caso, la excusa fue la gala organizada por la DAIA (Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas) en ocasión del Bicentenario de nuestra patria. Y los encargados de acercar esta diadema musical a un Teatro Colón colmado, abarrotado de público —entre el que se hallaba algo más de un millar de jubilados—fueron la orquesta La Filarmónica, con dirección del maestro Carlos Vieu, y el coro Lagun Onak, dirigido por el maestro Miguel Pesce. Los solistas fueron la soprano Paula Almerares, la mezzo Alejandra Malvino, el tenor Enrique Folger y el barítono Hernán Iturralde, todos de sobrados créditos para la bellísima parte coral de esta última sinfonía que Beethoven compuso ya cuando la sordera había hecho lo suyo en el genio de Bonn. De hecho, se cuenta que estaba tan sordo que el día del estreno el público arrojaba pañuelos y sombreros al aire en señal de ovación, habida cuenta de que Beethoven ya no podía oír los aplausos.
Hablando de ovaciones, es necesario destacar dos cosas. En primer lugar, la presentación de la orquesta fue impecable, el coro sonó “como los dioses” y los solistas hicieron honor al compositor. Resultado lógico: ovación prolongada. En segundo lugar —y esto se repite sobre todo cuando el público que va al Colón no lo sabe— la sinfonía completa (o cualquier sinfonía), y en especial el cuarto movimiento, es mejor escucharla sin que medien aplausos, cosa que ocurrió entre movimiento y movimiento e incluso en el medio del Allegro —lo mismo se dio el año pasado en la presentación de la Orquesta Sinfónica Municipal de Olavarría y el Ensamble Vocal Buenos Aires en el Centro Cultural Kirchner. A tal punto interrumpían los aplausos que el maestro Vieu debió, en la mitad del último movimiento, hacer un gesto con la mano para tranquilizar al entusiasta público y tratar de retomar el clima.
Anécdotas aparte, fue una velada inolvidable. Es cierto, “la Novena” se ejecutó y se seguirá ejecutando hasta el hartazgo. Pero, a Dios gracias, el “Freunde, schönes Götterfunken…” jamás será del hartazgo de nadie. Viviana Aubele
Fue el 26 de septiembre de 2016
Teatro Colón
Cerrito 621 – Cap.
(011)4378-7100
teatrocolon.org.ar
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