NICCOLÒ PAGANINI, mito irrepetible

Leyendas urbanas sobre el talento del “violinista del diablo”

Dicen quienes saben tocar el violín que existen cuatro niveles de dificultad: principiante, intermedio, avanzado, y Paganini. En efecto: Niccolò Paganini -nacido en Génova en 1782- fue un artista excepcional, de esos que no abundan, único en su tipo, asombro de su época y de las épocas subsiguientes. Fue uno de los primeros en salir al escenario a tocar sin partitura, de memoria. Es inevitable asociar el violín con la figura de este personaje apasionante, tanto como para generar mitos y leyendas misteriosas. Los intentos para explicar la excepcionalidad de su figura abarcan un variado espectro, desde lo racional hasta lo más descabellado.

El hogar donde nació Paganini no era un entorno netamente musical: su padre fue un comerciante con poca estrella y compensaba la poca ganancia que obtenía de sus negocios tocando la mandolina. De su madre, dicen las malas lenguas que trabó un trato con el diablo para que su hijo fuera un músico virtuoso. Lo cierto es que fue su padre quien le enseñó a tocar la mandolina. Para los 7, el pequeño y talentoso Paganini ya recibía instrucción sobre cómo tocar el violín. Pasó por tres maestros: Alessandro Rolla, que viendo que ya no tenía nada para enseñar al jovencito, lo derivó a su propio maestro, Ferdinando Paer, quien a su vez lo derivó a su propio maestro, Gasparo Ghiretti.

Niccoló Paganini tuvo padecimientos de salud que lo acosaron desde niño hasta su muerte, en 1840. Como muchos de su época, había contraído sífilis y el tratamiento de la época era con mercurio, lo que lógicamente producía efectos secundarios. Sobre llovido, mojado: seis años antes de su muerte, Paganini enfermó de tuberculosis. Y ya hacia el final, tenía que acudir a la ayuda de Achille, su único hijo, para hacerse entender, debido a una afonía permanente.

Pero esto no fue lo único que aquejó a Paganini. Ya de niño daba señales de que su constitución física y su salud no serían las deseables. En su familia nadie creía que pudiera llegar a tener una vida normal como la de cualquier persona, por lo que su padre lo instaba a practicar con el violín durante varias horas al día. Su médico, Francesco Bennati, lo describe así: “Paganini es pálido, delgado y de mediana estatura. Aun cuando sólo cuenta con 47 años de edad, su delgadez y la falta de dientes le ha ocasionado el hundimiento de la boca y hace que la barbilla, le sea más prominente, todo lo cual, le confiere el aspecto de representar mayor edad. A primera vista, su cabeza es voluminosa y está sostenida por un cuello largo y delgado, por lo cual ofrece una acentuada desproporción con sus delicadas extremidades».

Las características físicas del maestro, descritas por Bennati, no se corresponden con las de una persona promedio. Agrega el médico “¿Dónde más, excepto en Paganini, encontramos una disposición natural que facilite prodigiosamente la ejecución del violín? Su hombro izquierdo se encuentra una pulgada más alta que el otro, lo cual cuando él se pone de pie y sus brazos le cuelgan hace que el derecho parezca más largo que el izquierdo. La extensibilidad de los ligamentos capsulares de ambos hombros, la flojedad o relajamiento de los ligamentos que conectan las muñecas con el antebrazo, los carpos a los metacarpos y a las falanges, es llamativa. Sus manos no son desproporcionadas en tamaño, pero tienen el doble de alcance por esa extensibilidad. Por eso logra lo que hace”.

Niccolò Paganini murió en 1840, muchos años antes de que la ciencia pudiera ofrecer explicaciones razonables para la peculiaridad de este músico. Los informes de Bennati, las ilustraciones que el artista plástico Ludwig Burmeister (Lyser) realizó de Paganini, y el molde post-mórtem de la mano del maestro han sido de utilidad para poder explicar qué era lo que hacía de él un músico excepcional.

Existen dos hipótesis: una, que Paganini habría padecido del síndrome de Ehlers-Danlos, una alteración del tejido conectivo, cuyos síntomas fueron descritos por estos dos científicos a principios del siglo XX. La inusual flojedad de los ligamentos que había referido Bennati explicaría que el maestro pudiera abarcar varias octavas en el violín, y su increíble agilidad, pues según testimonios de la época era capaz de tocar 12 notas por segundo, hazaña solo lograda por el violinista alemán David Garrett. Justamente Garrett se puso en la piel del maestro en la película El violinista del diablo. La otra posibilidad es que Paganini sufriera de síndrome de Marfan. Esta enfermedad, descubierta a fines del siglo xix, sería la causa de la inusitada palidez del violinista, cuyas extremidades eran más largas que el promedio, y de sus problemas cardíacos y el aneurisma de aorta responsable de la afonía que lo afectó antes de su muerte.

Pero ¿eso era suficiente para que Paganini quedara en la historia como el violinista más grande que la música hubiese producido? Un hombre puede medir más de un metro noventa, pero eso no lo hace buen basquetbolista. Paganini, ya se dijo, era tan talentoso que sus maestros de violín concluyeron que poco era lo que ellos podrían aportar a su educación. Comenzó a tocar violín a los 7, y a los 11 dio su primer concierto. El último de sus 24 Caprices op. 1 brindó una base para técnicas avanzadas (arpegios asombrosamente rápidos, pizzicato de mano izquierda, cambios rápidos de posiciones y cuerdas, trinos en dobles cuerdas).

Félix Mendelssohn, en una carta, contaba que «su ejecución sin equivocaciones, está más allá de lo imaginable (…) porque él es tan original, tan único, que se requeriría un análisis exhaustivo para expresar una impresión sobre su estilo». Está claro: Niccolò Paganini sabía, no por diablo sino por talentoso. Único, irrepetible, inspiración para muchos y motor para que la imaginación popular hiciera el resto. Viviana Aubele

Niccolu00f2 Paganini - Caprice 24

Datos médicos sobre Paganini

Vota esta nota

¡Haz clic en una estrella para puntuarlo!

Promedio de puntuación / 5. Recuento de votos:

Hasta ahora, ¡no hay votos!. Sé el primero en puntuar este contenido.

Publicado en:

Deja una respuesta