MIENTRAS SE VUELAN LOS CAMPOS, Argentina rural

Atrapante texto en puesta sencilla donde sobresalen las actuaciones

Mientras se vuelan los campos – Actúan: Coni Marino, David Masajnik, Claudio Pazos – Vestuario: Jennifer Sankovic – Escenografía: Nacho Riveros – Iluminación: Leandra Rodríguez – Dramaturgia: Raquel Albeniz – Dirección: Raquel Albeniz, Paula Etchebehere

En los 60 minutos que dura Mientras se vuelan los campos, no perdemos casi nunca de vista a los personajes. El escenario se convierte en una chacra de campo en plena sequía, azotada por terribles vientos. Un matrimonio, agobiado de fracasar en  sus emprendimientos rurales en la zona, decide irse del pueblo. Pero inesperadamente son visitados por un vecino, que no viene solo sino que trae una gallina ponedora, que cambiará el destino de los dueños de casa. El gran realismo de la historia, sumado a la naturalidad con la que se mueven los tres actores en escena, da como resultado una comedia divertida, dinámica y con una lectura social secundaria.

El texto de Raquel Albéniz, muy jugoso, pleno de modismos regionales, con situaciones de celos, confrontaciones y reflexiones, dispara pensamientos inesperados y divertidos. Pero no todo es comedia, ya que una ráfaga dramática sobrevuela el escenario. Dejando en la superficie el presente,  la competencia existe en los campos, y son los más perjudicados.

Los tres actores solventan cada giro del guión maravillosamente, bajo una buena dirección de  la autora junto a Paula Etchebehere. Porque no se trata de personajes planos o simplemente graciosos, sino de caracteres cargados de matices. Coni Marino brilla en su personaje, una mujer entre hombres, que crece durante la trama. Completamente metida en tan compleja situación anímica, muestra todo el abanico de sentimientos y sensaciones enfrentadas que vive en su interior

Según avanza el relato, el público toma conciencia de que lo que está presenciando es algo más que una comedia, es la vida misma, con sus contradicciones y aciertos: el compañerismo, el desasosiego, el defender su tierra, la competencia, la incomunicación y el miedo a los cambios. David Masajnik acerca los momentos más picantes y divertidos, con buena dicción regional. El marido gruños y combativo que compone Claudio Pazos es un personaje de un cariz complicado, y se salda con un resultado soberbio.

Todo se da en un marco sencillo pero creativo, apoyado por la referencial escenografía de Nacho Riveros, el vestuario de Jennifer Sankovic y la sutil iluminación de Leandra Rodríguez. Cristian A. Domínguez

Jueves a las 20.30
(hasta fin de marzo 2021)
Espacio Callejón

Humahuaca 3759 – Cap.
Entradas por alternativateatral.com

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