FRANKENSTEIN, inocencia perdida

Adaptación teatral en Londres con magistral actuación de Benedict Cumberbatch

FrankensteinActúan: Benedict Cumberbatch (la Criatura), Jonny Lee Miller (Frankenstein), Naomie Harris, Ella Smith, Karl Johnson, George Harris, Andreea Padurariu – Escenografía: Mark Tidesley – Vestuario: Suttirat Anne Larlarb – Iluminación: Bruno Poet – Libro: Mary Shelley – Adaptación: Nick DearDirección: Danny Boyle

Frankenstein fascina por varias razones. Por un lado, desde que tiene memoria, el ser humano ha vivido preguntándose cómo es que apareció en este planeta, y con qué propósito. Por otra parte, la capacidad creativa -pero no creadora- del ser humano lo ha llevado a límites insospechados, para bien o para mal.

El espíritu del ser humano siempre ha anhelado conocer más allá de su finita y limitada mente y de comprender desde esa finitud qué otro ser inteligente y superior a él se tomó la molestia de crearlo. Bien decía Salomón que Dios “ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin”.

Quizás uno de esos intentos de explicar lo difícil de explicar, lo casi imposible de aprehender a partir de esa finitud, de esa mortalidad, es esta novela de Mary Wollstonecraft Shelley, cuyo subtítulo es El moderno Prometeo. El doctor Victor Frankenstein arrebata, como Prometeo, la chispa necesaria para dar vida no a Adán, sino a un monstruo, que paradójicamente quedó en la conciencia colectiva con el nombre de su “creador”, pues este jamás le puso nombre.

Emergiendo de una especie de huevo, la infausta criatura emerge en medio de grotescas contorsiones y desesperados bramidos, intentando encontrarse a sí mismo, intentando darse cuenta de qué o quién es; pero lo hace totalmente solo, sin su “progenitor” a la vista, como escupido al mundo que desde el vamos le niega su lugar.

Rechazado por casi todos, incluso por su “creador”, por ser diferente y por la digresión de todo canon de belleza que él encarna -aunque dotado de gran inteligencia- el abyecto monstruo debe ir construyendo su existencia e ir comprendiendo quién es, ayudado por el bondadoso pero ciego DeLacey (excelente Karl Johnson), que le enseña los misterios de la sabiduría y el conocimiento. La criatura debe develar además el propósito para el que fue fabricada, el cual es, ni más ni menos, el orgullo científico y la vanagloria del doctor Frankenstein de vencer las fronteras de la ciencia y, al igual que Lucifer, de usurpar un lugar que no le corresponde. La puesta en escena es excelente; el manejo de los escenarios, la ambientación, la música y el vestuario son fabulosos.

Benedict Cumberbatch, estupendo, de impecable actuación, es la criatura que pide a gritos saber quién es y exige al doctor Frankenstein (Jonny Lee Miller, en su rol como doctor creíblemente demente y fuera de sí) que le proporcione una ayuda idónea. Frankenstein promete hacerlo, pero temeroso de que, cual Adán y Eva malogrados, fructifiquen y se multipliquen, lejos de bendecir a la “pareja”, mata a la criatura mujer (Andreea Padurariu), para solo dar el tiro de gracia a la pérdida de inocencia de su criatura: despechado, el enfurecido monstruo asesina a Elizabeth (Naomie Harris), flamante esposa de Frankenstein.

Como buena protofeminista que era, Shelley se tomó la necesaria molestia de delinear la mirada minimizante que se tenía hacia la mujer en aquellos tiempos. Elizabeth no solo peca de ingenuidad al creerle al monstruo, sino que anteriormente todo esfuerzo suyo de ponerse a la altura de su futuro esposo en cuanto a conocimiento, ciencia y estudio es aplastado y denigrado por este.

Pero sobre todo, Frankenstein se trata no solo de la incipiente lucha feminista y de la pérdida del paraíso (hay que destacar la intertextualidad a John Milton y su Paradise Lost); es la pérdida de la inocencia, la pérdida de la fe -o la ausencia de esta- en medio de un mundo de seres humanos cuya ambición jamás descansa y que se dan el lujo de creerse no solo inmortales, sino de ser capaces de engendrar vida y luego desecharla. Nada tan alejado de la realidad. Viviana Aubele

Frankenstein w Benedict Cumberbatch & Jonny Lee Miller | Official Trailer | National Theatre at Home

Royal National Theatre de Londres

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